jueves, 27 de abril de 2017

Promesas y bendiciones que vienen de su mano

Deseo tus bendiciones con todo el corazón; ten misericordia, como lo prometiste. 
Salmo 119:58.

Lectura: Salmo 119:57-72.  Versículo del día: Salmo 119:58.

MEDITACIÓN DIARIA

Todos deseamos las bendiciones del Señor; y a veces no nos percatamos de las que tenemos por desear más. Pienso que aquí también caben las palabras de Jesús cuando habló sobre la parábola de las monedas de oro: “Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más” (Mateo 25:23). No solamente debemos dar gracias por manifestaciones y promesas extraordinarias cumplidas. El Señor es especialista en detalles pequeños, los cuales pasan desapercibidos porque los consideramos de poca valía. Por ejemplo: el hecho de levantarnos nuevamente con vida cada día; el considerar que tenemos ojos para ver, oídos para escuchar, nariz para oler, boca para degustar, manos para palpar. El salir de casa y regresar sin novedad alguna. No más el poder leer su Palabra debe ser motivo de agradecimiento al Señor. Seguramente podríamos continuar, pero sería interminable la lista. Mejor es que cada uno indague en su vida personal con la ayuda del Espíritu Santo. Si no somos fieles en estos pequeños detalles, no esperemos los grandes. “Señor, has hecho muchas cosas buenas a mi favor tal como lo prometiste” (v. 65 en la lectura).
Dios que busca lo mejor en sus hijos, como buen Padre nos disciplina y diremos como el Salmista: “El sufrimiento me hizo bien, porque me enseñó a prestar atención a tus decretos”. (v. 71). Lo que siempre nos recalcan y advierten es que no esperemos a pasar por desiertos áridos y sedientos para buscar al Señor y empaparnos de su Palabra. Su disciplina duele y mucho. Es más fácil aprender a las buenas que a las malas.

Amado Señor: Gracias por las cosas buenas que nos prometiste como por las difíciles que también llegaron; gracias porque a través de ellas hemos aprendido lecciones que han calado profundo en nuestro corazón. Igual Señor, si no hubiera sido por esos momentos difíciles no tendríamos los testimonios maravillosos de lo que has hecho y no podríamos darte la gloria y honra que mereces. Gracias porque hemos recibido las lecciones, quizá con enojo y no de buena gana, pero con el tiempo nos has mostrado tu grandeza a través de ellas. Permite que siempre busquemos agradarte más con buen juicio y con el conocimiento recibido.

Un abrazo y bendiciones.

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