Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo.
Salmo 27:4.
Lectura:
Salmo 27:1-14. Versículo del día: Salmo
27:4.
MEDITACIÓN
DIARIA
Hay
momentos que deseamos la presencia del Señor más que cualquier otra cosa. Es
que cuando buscamos su rostro y anhelamos su amor con olor fragante, los
problemas se desvanecen. Infortunadamente dejamos pasar instantes íntimos que
deberían ser primordiales y buscamos esa unión en los tiempos más dramáticos y
angustiosos. Tengo que reconocer que esa fue mi situación: en uno de mis peores
días vividos, cuando me pre-diagnosticaron el cáncer, lo busqué en medio de
llantos y amargura. Me sinceré con mi Señor como nunca y a pesar de mi lamento,
poco a poco fui sintiendo que su amor me cobijaba y que me rodeaba con sus
brazos amorosos. Fue tan real esa presencia que ahí entendí cuánto valía
un minuto en su presencia. Entonces, me reconfortó y animó tremendamente el
saber que si me iba con Él, no sería un minuto ni un instante como dice la
canción, sino que sería para toda la vida. “Porque en el día de la aflicción él
me resguardará en su morada” (v. 5). Sí, ese día el Señor me llevó hasta su
santuario para resguardarme y decirme que todo estaba bien. Él está cerca a los
quebrantados de corazón (Salmo 34:18).
Ahora,
si siguen llegando las dificultades, mi buen Señor permite que rememore ese
día, para que recuerde que continúa estando a mi lado. ¡Qué bueno eres Señor!
Mi
buen Señor: Igual que el Salmista, recurro a tu presencia. Tú me dices: ven y
conversa conmigo y yo te respondo: aquí estoy Señor; Tú siempre has sido mi
Ayudador. Gracias porque eres quien
conoces los corazones y sabes lo que hay en cada uno. Permite que siempre el
mío esté dispuesto para alabarte, adorarte y reconocerte como mi Dios Salvador
y Libertador. ¡Cuánto valoro un minuto en tu presencia!
Un
abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario