Luego trenzaron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y en la mano derecha le pusieron una caña. Arrodillándose delante de él, se burlaban diciendo: ¡Salve, rey de los judíos! Mateo 27:29.
Lectura: Mateo
27:27-31. Versículo del día: Mateo
27:29.
No solamente nuestro
amado Señor pasó dolores, también sufrió el sarcasmo, las humillaciones y la
burla. Despreciado y desechado entre los hombres siendo el Creador de todo
cuanto fue hecho (Juan 1:3); el Príncipe de paz ahora era motivo de escarnio
entre los soldados romanos. Lo menospreciaron hasta incluso avergonzarlo sin
ropas para ponerle un manto escarlata y colocarle en su mano derecha una caña
para incluso escupirle y golpearle la cabeza (v.30). Pasó de estar en íntima
comunión con el Padre (Juan 1:18), a el nivel más bajo de humillación con tal
de levantarnos a nosotros. Todo nuestro cuerpo sumido en el pecado, necesitaba
que todo el suyo fuera lacerado. Ante la caída del hombre, la tierra fue
maldita y produciría cardos y espinas. Cristo se hizo maldición por nosotros y
en esas espinas empezaba a llevar la redención al mundo. Era el Rey de toda
creación, no solamente el Rey de los judíos coronado con espinos y una caña
como cetro. Tal vez ni siquiera se imaginaban los soldados que este Jesús era
el Rey soberano y la máxima autoridad entre las naciones. Estaban ciegos; solo
clamaban y veían como Rey a Herodes y reconocían autoridad en Pilatos.
No fue en vano este
padecimiento de nuestro buen Jesús. Ahora, gracias a su desbordante sufrimiento,
tú y yo podemos acercarnos al Padre Celestial. ¡Por favor, no desprecies su
obra redentora! Yo, hoy hace ya muchos años decidí abrirle mi corazón y
recibirlo en mi vida como Señor y Salvador. Te aseguro que si lo haces, jamás
te arrepentirás.
Mi Señor Jesús: Esos
soldados romanos burlonamente te reconocieron como rey coronándote con espinas
y dándote una caña como cetro sin saber que por Ti, todo el que llegue a tus
pies también podrá exaltarte como el Rey de reyes que eres. Gracias buen Señor
porque tanto menosprecio y escarnio recibido, lo soportaste para ahora darnos
paso a la gloria futura Contigo en la eternidad y tener parte con los que te
aclaman con todas sus fuerzas cantando: “¡Digno es el Cordero, que ha sido
sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la
honra, la gloria y la alabanza!”
Un abrazo y
bendiciones.
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