viernes, 14 de abril de 2017

¡Eres el Rey digno de recibir toda honra y gloria!

Luego trenzaron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y en la mano derecha le pusieron una caña. Arrodillándose delante de él, se burlaban diciendo: ¡Salve, rey de los judíos! Mateo 27:29.

Lectura: Mateo 27:27-31.  Versículo del día: Mateo 27:29.

No solamente nuestro amado Señor pasó dolores, también sufrió el sarcasmo, las humillaciones y la burla. Despreciado y desechado entre los hombres siendo el Creador de todo cuanto fue hecho (Juan 1:3); el Príncipe de paz ahora era motivo de escarnio entre los soldados romanos. Lo menospreciaron hasta incluso avergonzarlo sin ropas para ponerle un manto escarlata y colocarle en su mano derecha una caña para incluso escupirle y golpearle la cabeza (v.30). Pasó de estar en íntima comunión con el Padre (Juan 1:18), a el nivel más bajo de humillación con tal de levantarnos a nosotros. Todo nuestro cuerpo sumido en el pecado, necesitaba que todo el suyo fuera lacerado. Ante la caída del hombre, la tierra fue maldita y produciría cardos y espinas. Cristo se hizo maldición por nosotros y en esas espinas empezaba a llevar la redención al mundo. Era el Rey de toda creación, no solamente el Rey de los judíos coronado con espinos y una caña como cetro. Tal vez ni siquiera se imaginaban los soldados que este Jesús era el Rey soberano y la máxima autoridad entre las naciones. Estaban ciegos; solo clamaban y veían como Rey a Herodes y reconocían autoridad en Pilatos.
No fue en vano este padecimiento de nuestro buen Jesús. Ahora, gracias a su desbordante sufrimiento, tú y yo podemos acercarnos al Padre Celestial. ¡Por favor, no desprecies su obra redentora! Yo, hoy hace ya muchos años decidí abrirle mi corazón y recibirlo en mi vida como Señor y Salvador. Te aseguro que si lo haces, jamás te arrepentirás.

Mi Señor Jesús: Esos soldados romanos burlonamente te reconocieron como rey coronándote con espinas y dándote una caña como cetro sin saber que por Ti, todo el que llegue a tus pies también podrá exaltarte como el Rey de reyes que eres. Gracias buen Señor porque tanto menosprecio y escarnio recibido, lo soportaste para ahora darnos paso a la gloria futura Contigo en la eternidad y tener parte con los que te aclaman con todas sus fuerzas cantando: “¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!”

Un abrazo y bendiciones.

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