En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti.
Salmo 119:11.
Lectura: Salmo
119:9-16. Versículo del día: Salmo
119:11.
MEDITACIÓN DIARIA
La única manera de
enfrentar al enemigo es con la Palabra de Dios. De ahí la importancia no
solamente de leerla sino de retenerla también en nuestra mente, o sea de
aprenderla. Por eso dice Pablo lo siguiente: “Que habite en ustedes la palabra
de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda
sabiduría” (Colosenses 3:16). Es muy diferente aprender por aprender que
aprender con el corazón. La Palabra del
Señor es el mayor tesoro que podamos albergar en nuestro interior, por eso el
Salmista la compara con un tesoro. Es una riqueza que nadie ni nada puede
arrancárnosla cuando ya está sembrada en el corazón. Los tesoros materiales
desaparecerán o se perderán fácilmente; se corroerán o envejecerán; se dañarán
o se romperán; más lo impreso dentro de cada ser, jamás.
Mi consejo es que se
escudriñen las Escrituras para buscar los tesoros escondidos que Dios nos tiene
guardados y que son para cada uno de manera personal. Estos tesoros son los que
nos dan vida, esperanza y paz. Allí está el tesoro que da vida, sanidad,
abundancia, calor y abrigo; el
tesoro que da misericordia, bondad, y por encima de todo: amor. El amor del
Padre revelado a través de su Hijo Jesús ofrecido a toda la humanidad.
Amado Señor: Queremos
aprender y retener tu Palabra como el más valioso tesoro encontrado. Pon en
nuestros corazones el deleitarnos con el manjar dulce de la miel que ella
destila, para guiarnos y dirigirnos por el camino que nos lleva hacia una
eternidad a tu lado.
Un abrazo y
bendiciones.
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