miércoles, 5 de abril de 2017

Busquemos los tesoros escondidos en su Palabra

En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti. 
Salmo 119:11.

Lectura: Salmo 119:9-16.  Versículo del día: Salmo 119:11.

MEDITACIÓN DIARIA

La única manera de enfrentar al enemigo es con la Palabra de Dios. De ahí la importancia no solamente de leerla sino de retenerla también en nuestra mente, o sea de aprenderla. Por eso dice Pablo lo siguiente: “Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría” (Colosenses 3:16). Es muy diferente aprender por aprender que aprender con el corazón. La  Palabra del Señor es el mayor tesoro que podamos albergar en nuestro interior, por eso el Salmista la compara con un tesoro. Es una riqueza que nadie ni nada puede arrancárnosla cuando ya está sembrada en el corazón. Los tesoros materiales desaparecerán o se perderán fácilmente; se corroerán o envejecerán; se dañarán o se romperán; más lo impreso dentro de cada ser, jamás.
Mi consejo es que se escudriñen las Escrituras para buscar los tesoros escondidos que Dios nos tiene guardados y que son para cada uno de manera personal. Estos tesoros son los que nos dan vida, esperanza y paz. Allí está el tesoro que da vida,  sanidad,  abundancia,  calor y abrigo; el tesoro que da misericordia, bondad, y por encima de todo: amor. El amor del Padre revelado a través de su Hijo Jesús ofrecido a toda la humanidad.

Amado Señor: Queremos aprender y retener tu Palabra como el más valioso tesoro encontrado. Pon en nuestros corazones el deleitarnos con el manjar dulce de la miel que ella destila, para guiarnos y dirigirnos por el camino que nos lleva hacia una eternidad a tu lado.

Un abrazo y bendiciones.

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