También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: ―Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí. De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo: ―Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes.
Lucas 22:19-20.
Lectura:
Lucas 22:7-30. Versículos del día: Lucas
22:19-20
MEDITACIÓN
DIARIA
¡Cuán
importante es la Cena del Señor! En muchas Iglesias cristianas siempre en el
culto se sirve la Cena; en otras lo hacen periódicamente sea cada quince o
treinta días. Lo importante no es eso; es entender cada fiel el significado tan
grande que tiene tomarla. Esta Cena es la celebración con la que honramos la
memoria del Señor Jesús. El pan simboliza su cuerpo entregado por nosotros y la
copa, el símbolo de un nuevo pacto en su sangre derramada por el perdón de los
pecados. “Por medio de este símbolo, Dios expresa la dádiva de la salvación,
sellada y pagada por el derramamiento de la sangre de Jesús” (Nota de estudio
tomada de la Santa Biblia NVI, 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional). La
Cena del Señor debe tomarse con gran reverencia, recordando de verdad este
acontecimiento. Además, la Cena manifiesta nuestra sólida esperanza de que el
Señor regresará (Nota de estudio tomada de la Santa Biblia NVI, 1999 por la
Sociedad Bíblica Internacional, 1 Corintios 11:25).
Si
alguno se siente impedido para tomarla por algún motivo, debe no hacerlo. “Por
lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera
indigna será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor. Así que
cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa”
(1 Corintios 11:27-28). Es tan delicado no hacerlo que miremos lo que nos dicen
los versículos siguientes: “Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo come
y bebe su propia condena. Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos,
e incluso varios han muerto” (1 Corintios 11:29-30). Hay que aclarar que esta
condena no se refiere a la condena eterna; más bien serían las consecuencias
del castigo de Dios, o en otras palabras de su disciplina obrando en nuestras
vidas. Con la ayuda del Espíritu Santo que nos redarguye de todo pecado, examinémonos
antes de recibir la Cena del Señor.
Amado
Dios: Gracias por permitirnos celebrar la Cena del Señor, con la que nos
regocijamos al recordar el acto sublime que hiciste por nosotros dándonos a tu
Hijo Jesús quien entregó su cuerpo y sangre para remisión de la humanidad.
Gracias también porque al tomarla nuestra fe se acrecienta con la bendita
esperanza de su regreso. ¡Ven pronto Señor Jesús!
Un
abrazo y bendiciones.
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