viernes, 15 de abril de 2016

Restituyéndonos también







Por tercera vez Jesús le preguntó: —Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: ¿Me quieres? Así que le dijo: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. —Apacienta mis ovejas —le dijo Jesús. 
Juan 21:17.
 
 Lectura: Juan 21:15-24.  Versículo del día: Juan 21:17.

MEDITACIÓN DIARIA
A esta lectura se le llama: La restitución de Pedro. ¿Por qué? Porque Pedro lo negó tres veces antes de su crucifixión y ahora el Señor también le pregunta por tercera vez, si en verdad lo ama.
Tal vez en nuestra vida cotidiana, también hemos enfrentado situaciones en donde hemos negado o nos hemos avergonzado de nuestro Salvador. ¡Y no pensemos que imposible! Creo que cuando no le obedecemos lo estamos negando, al igual que cuando no somos capaces de pararnos para entregar a otros su mensaje de salvación. Bueno, si ya lo hicimos, nos queda pedirle perdón a nuestro Señor y continuar. Muy seguramente en el momento menos esperado nos confrontará con el mismo amor que lo hizo hacia Pedro, preguntándonos si en verdad lo amamos. Será imposible después de tanta misericordia y bondad brindadas, que le contestemos negativamente.
Entonces la tarea también viene para nosotros: “apacienta mis ovejas”. ¿Qué es apacentar? Es vigilar, cuidar, velar, pastar, instruir, guardar. ¿A quiénes? A los que necesitan conocer al Pastor de los pastores. Sí; esa es la labor que tenemos que aprender a desarrollar. Por fuera de su redil hay aún muchas ovejas que no han podido encontrar los verdes pastos que el Señor les ofrece y nosotros somos los llamados a guiarlos y llevarlos hasta allí: “Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor” (Juan 10:16). Hagámoslo para que cuando lleguemos a rendirle cuentas, nos pueda decir: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” (Matero 25:23).

Amado Señor: Nosotros también necesitamos ser restituidos por Ti y queremos igual,  cumplir la tarea para que otros te conozcan y puedan pastar en los verdes prados que Tú ofreces. Gracias porque tu amor nos obliga a ser verdaderos discípulos tuyos e ir en busca de las ovejas errantes y perdidas, para resguardarlas en tu rebaño.

Un abrazo y bendiciones.

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