Por tercera vez Jesús le preguntó: —Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: ¿Me quieres? Así que le dijo: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. —Apacienta mis ovejas —le dijo Jesús.Juan 21:17.
Lectura: Juan
21:15-24. Versículo del día: Juan 21:17.
MEDITACIÓN DIARIA
A esta lectura se le
llama: La restitución de Pedro. ¿Por qué? Porque Pedro lo negó tres veces antes
de su crucifixión y ahora el Señor también le pregunta por tercera vez, si en
verdad lo ama.
Tal vez en nuestra vida
cotidiana, también hemos enfrentado situaciones en donde hemos negado o nos
hemos avergonzado de nuestro Salvador. ¡Y no pensemos que imposible! Creo que
cuando no le obedecemos lo estamos negando, al igual que cuando no somos
capaces de pararnos para entregar a otros su mensaje de salvación. Bueno, si ya
lo hicimos, nos queda pedirle perdón a nuestro Señor y continuar. Muy
seguramente en el momento menos esperado nos confrontará con el mismo amor que
lo hizo hacia Pedro, preguntándonos si en verdad lo amamos. Será imposible
después de tanta misericordia y bondad brindadas, que le contestemos
negativamente.
Entonces la tarea
también viene para nosotros: “apacienta mis ovejas”. ¿Qué es apacentar? Es
vigilar, cuidar, velar, pastar, instruir, guardar. ¿A quiénes? A los que
necesitan conocer al Pastor de los pastores. Sí; esa es la labor que tenemos
que aprender a desarrollar. Por fuera de su redil hay aún muchas ovejas que no
han podido encontrar los verdes pastos que el Señor les ofrece y nosotros somos
los llamados a guiarlos y llevarlos hasta allí: “Tengo otras ovejas que no son
de este redil, y también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz, y
habrá un solo rebaño y un solo pastor” (Juan 10:16). Hagámoslo para que cuando
lleguemos a rendirle cuentas, nos pueda decir: “¡Hiciste bien, siervo bueno y
fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a
compartir la felicidad de tu señor!” (Matero 25:23).
Amado Señor: Nosotros
también necesitamos ser restituidos por Ti y queremos igual, cumplir la tarea para que otros te conozcan y
puedan pastar en los verdes prados que Tú ofreces. Gracias porque tu amor nos
obliga a ser verdaderos discípulos tuyos e ir en busca de las ovejas errantes y
perdidas, para resguardarlas en tu rebaño.
Un abrazo y
bendiciones.
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