Yo tengo el deber sacerdotal de proclamar el evangelio de Dios, a fin de que los Gentiles lleguen a ser una ofrenda aceptable a Dios, santificada por el Espíritu Santo.Romanos 15:16.
Lectura: Romanos 15:14-22. Versículo del día:
Romanos 15:16.
MEDITACIÓN DIARIA
El amor de Jesús debería motivarnos a proclamar
su mensaje sea a tiempo o a destiempo. Hay que aprovechar toda ocasión, porque
no sabemos si habrá un mañana para esa persona o si incluso, esté esperando la
oportunidad para suicidarse. No sabemos con la sed que otro vive y nosotros
tenemos en nuestras manos el agua de vida. En ocasiones creemos que no hay que
predicarles a algunas personas porque según nuestro parecer, ellas rechazarían
el mensaje y si nos hemos arriesgado, notaremos que estaban ávidas de Dios.
También puede suceder que las vemos muy adentro de su religión tradicional y no
queremos estorbarlas; sin embargo, no discernimos hasta dónde el Espíritu Santo
hará su obra y estarán listas para aceptarlo.
El mensaje del Señor Jesucristo llena,
reconforta, fortalece, da vida y sosiego al cansado; por el camino van muchos quizá
como Garrik: “¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora! ¡Nadie en lo alegre de la
risa fíe, porque en los seres que el dolor devora, el alma gime cuando el
rostro ríe!” (Reír llorando, Poema de Juan de Dios Peza). Él hacía reír a todo
el que iba a verle, pero tenía una soledad en su interior que nadie podía
llenar. Su médico prestante le aconseja que visite a Garrik, pero él le dice:
“¡Yo soy Garrik!...Cambiadme la receta”. Nosotros y solamente nosotros tenemos
el privilegio de cambiar esa receta. El Señor Jesucristo vino a eso: a llenar
corazones vacíos, vidas desoladas y a hacernos reír a carcajadas. El Espíritu
Santo nos da el don de la alegría. Así que a donde quiera que vayamos tenemos
palabras de vida para ofrecer; no desperdiciemos el tiempo ni la oportunidad.
Amado Señor: Sabemos
que toda persona tiene un vacío en su corazón, pero no sabemos cómo tocar sus
fibras profundas y que reconozcan la necesidad que tienen de Ti. Danos
sabiduría y discernimiento para encontrarlas y poderles compartir lo que Tú
eres y haces en cada una cuando voluntariamente deciden aceptarte como Señor y
Salvador. ¡Gracias por conocerte y saber que eres la mejor receta acertada para
el hombre! ¡Te amamos Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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