—No tengo plata ni oro —declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!Hechos 3:6.
Lectura: Hechos
3:1-10. Versículo del día: Hechos 3:6.
MEDITACIÓN DIARIA
Estas palabras de Pedro
me recuerdan la conversión de mi sobrino querido Andresito, quien pasó a gozar
de la presencia del Señor. Cuando le pronosticaron su cáncer de estómago, fue
muy duro y directo al decirme que por favor nunca le fuera a nombrar a Dios
porque él era ateo. Después de seis meses, ya casi al borde de su muerte, quiso
llamarme para que lo acompañara a la que fue su última cita con su oncólogo. Sabiendo
que por esos días nuestra situación económica estaba en el nivel más bajo, me
pregunté; ¿por qué a mí? Y les dije a mis hijos: ‘no tengo nada que darle, solamente
palabras de vida eterna; oren por eso’. Tan pronto estuve a su lado en el
carro, pronunció lo que tan ansiosamente había esperado: ‘Tía, háblame de Dios’.
Les puedo asegurar que si hubiera podido parar el tráfico y gritar a los cuatro
vientos mi felicidad, lo hubiera hecho.
A veces pensamos que
una persona acude a nosotros solamente porque necesita un bien material y no
nos percatamos de su necesidad interior. Ni siquiera intuimos que a voces está
diciendo: ¡necesito de Dios! La misma convulsión del mundo va dejando más
agite, soledad y depresión en las personas y ellas están ávidas de algo
diferente que las motive. Ese cambio solamente puede ofrecerlo Dios a través de
su Hijo Jesucristo. Creo que por eso el Señor nos hace reflexionar sobre alzar los
ojos y mirar que la cosecha está lista (Juan 4:35). Si nosotros no vamos a
calmar esa necesidad, buscarán en otros rebaños que no son los del Señor.
Como cristianos tenemos
mucho que ofrecer; aprovechemos la mies madura y levantémonos a predicar el
reino de Dios.
Amado Señor: Haznos
entender que la riqueza más grande es tenerte a Ti como Señor y Salvador de
nuestras vidas y que este es el primer regalo que debemos ofrecer no solamente
a nuestros familiares y allegados sino a todo aquel que se acerque para
pedirnos quizá un pan. Sí; es nuestro deber darles el pan, sin dejar de lado el
pan de vida eterna. ¡Gracias buen Dios por tu enseñanza! ¡Te amamos y
bendecimos tu Nombre!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario