martes, 12 de abril de 2016

La mujer: portadora también de Buenas Nuevas




Jesús le dijo: ¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas? Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo: Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por él. 
Juan 20:15.


Lectura: Juan 20:1-18.  Versículo del día: Juan 20:15.

MEDITACIÓN DIARIA

La mujer que en el Antiguo Testamento no fue tomada muy en cuenta y que aun en estos tiempos en diferentes culturas del oriente vemos lo mismo, el Señor Jesús la revindicó y levantó para dejarla al mismo nivel del hombre, tal como fue desde la creación pero con roles diferentes. Nos debemos sentir orgullosas al ver el ministerio del Señor con ellas mientras estuvo en su vida pública. Los Evangelios nos relatan que fue a María Magdalena a quien primero se apareció y esto tiene mucho significado, al ver la importancia que el Señor tuvo con el sexo femenino.
Los pasajes de Jesús al lado de mujeres como la samaritana, donde no le importó los parámetros establecidos con los que eran hermanos entre sí pero que se habían dividido (Juan 4;); la mujer gentil de  Sirofenicia, a quien exaltó su fe (Marcos 7:2-30); con Marta y María sus amigas entrañables, hermanas de Lázaro (Lucas 10:38-42; Juan 11:4). Con María Magdalena a quién Jesús había expulsado siete demonios, Juana, la esposa de un funcionario de Herodes, Susana y otras más (Lucas 8:1-3). Sin lugar a duda alguna también entendió el sufrimiento y sensibilidad de una madre porque lo demostró con la suya propia, al encargarle a Juan el cuidado de María (Juan 19:26-27). Todos ellos nos hablan de su amor innegable hacia nosotras.

A esta María Magdalena, fue a quien primero se le apareció después de resucitado. En mi parecer, creo que el Señor no solamente revindicó a la mujer y le dio la importancia necesaria sino que también quiso con esto, invitarnos a seguirle como todas ellas, siendo igual, portadoras del mensaje de salvación. El Señor sabía de la sensibilidad de la mujer, de su don de servicio, de su amabilidad y delicadeza, y es ahí donde nos llama a llevar comprensión, consuelo, ternura y su amor hacia tanto necesitado. El mensaje es claro: tenemos una labor que cumplir en medio de la sociedad.

Amado Señor Jesús: Gracias por haber tenido a la mujer en cuenta a lo largo de tu ministerio. Gracias porque nos extiendes tu mano dándonos el privilegio de escuchar tu dulce voz y seguirte aquí en la tierra. Igual que aquellas mujeres que te seguían, queremos hacerlo nosotras con el ánimo de servirte cada día mejor y contribuir a la expansión de tu reino. Enséñanos a ser la clase de mujer que esperas que seamos. ¡Gracias buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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