viernes, 29 de abril de 2016

El don del servicio



No está bien que nosotros los apóstoles descuidemos el ministerio de la palabra de Dios para servir las mesas. Hermanos, escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, para encargarles esta responsabilidad. 
Hechos 6:2-3.


Lectura: Hechos 6:1-7.  Versículos del día: Hechos 6:2-3.

MEDITACIÓN DIARIA

Definitivamente los dones son regalos adicionales de Dios por obra del Espíritu Santo en cada persona. Dentro de estos dones, el del servicio tiene ciertas características que lo hacen notable porque quien lo posee, tiene un toque de buena voluntad, alegría, ánimo y deseo de ser instrumento en medio de los hermanos de la congregación. Ahora, no por esta disposición se tiene que cargar al que lo ofrece aumentándole sus oficios. En esto también se debe ser sabio.
Creo que muchos desechan este don porque lo ven insignificante, sin tener en cuenta que es muy valioso puesto que así sea una Iglesia pequeña la carga será más leve para los pastores, a quienes les corresponde difundir la Palabra de Dios y ministrar en los discípulos y fieles (v. 7). Todo esto está cimentado en la buena organización; hacer todo decentemente y con orden (1 Corintios 14:40), guiados de verdad por el Espíritu Santo. Por lo tanto también está el saber delegar. A muchas personas no les gusta encomendar funciones porque consideran que los demás no saben hacerlas como ellos. Es un error que demuestra prepotencia y orgullo.
Cada uno como miembro de nuestra Comunidad, busquemos aquello para lo cual tenemos aptitud y pongámosla al servicio del Señor. Recordemos que el Señor siendo Dios, nos dejó el ejemplo de servir y dijo: “el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:27-28).

Amado Señor: Te damos gracias por los dones y talentos con los que nos has dotado. Permite que aquellas habilidades que tenemos y aun no las hemos explorado, salgan a la luz y podamos disponerlas para el bien de la Iglesia y de nuestros hermanos. Gracias por tu Santo Espíritu quien es el portador de tantas dádivas. ¡Te amamos precioso Espíritu de Dios!

Un abrazo y bendiciones.

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