martes, 5 de abril de 2016

Regocijémonos en la aflicción




En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo. 
Juan 16:33b.


Lectura: Juan 16:17-33.  Versículo del día: Juan 16:33b.

MEDITACIÓN DIARIA

Algo que los cristianos debemos tener bien claro es lo que dice el versículo de hoy. Y digo que tenerlo claro, porque infortunadamente ahora se predica a un Dios de como decimos en Colombia: ‘casa, carro y beca’, cuando no es así. Es inconsistente con la Palabra si nos dicen que conociendo al Señor o convirtiéndonos al cristianismo todo saldrá color de rosa. Es una mentira. Primero que todo porque el Señor va sacando de cada uno, aquello que nos hace daño y esto no es fácil, duele. Segundo porque, siempre lo he dicho: si no fuera por las aflicciones que nos llegan, no tendríamos cómo exaltar más su Nombre. Y tercero, porque por encima de todo, está aquí escrito en su Palabra.
Tenemos la paz de Dios, la fortaleza de Dios y la victoria de Dios; así que pueden llegar las aflicciones que a pesar de…, nos gozaremos, porque tenemos al Espíritu del Señor morando con nosotros; y tenemos su legado: “La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden” (Juan 14:27); además dice también su Palabra a través de Pablo y de Juan: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7); “Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37); “porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe” (1 Juan 5:4).
Así que ya sabemos: cuando estemos en aflicción regocijémonos porque con ella vienen muchas cosas positivas que nos ayudan a crecer, fortalecer nuestra confianza en el Señor y será un motivo más para glorificarlo a Él.

Amado Señor: Gracias porque la vida contigo nos trae paz, fortaleza y victoria. Gracias porque en todos los desiertos cruzados hemos podido encontrar la paz que sobrepasa todo entendimiento y salir fortalecidos y airosos mostrando tu gloria para que los del mundo también te conozcan. ¡Gracias por las aflicciones, buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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