miércoles, 20 de abril de 2016

Reiteradamente compartir




Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—, y recibirán el don del Espíritu Santo. 
Hechos 2:38.


Lectura: Hechos 2:1-40.  Versículo del día: Hechos 2:38.

MEDITACIÓN DIARIA

Bueno, definitivamente no soy yo quien lo digo, sino el Espíritu del Señor quien guía estos devocionales, porque en este año, he visto un incentivar día tras día para compartir el mensaje de salvación. La Palabra está escrita y no cambia. Pero como dice aquí mismo en la lectura: “Sucederá que en los últimos días —dice Dios—, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán,  tendrán visiones los jóvenes    y sueños los ancianos” (v. 17). Tal vez, no me atrevo a afirmarlo totalmente porque sólo Dios lo sabe, si estamos o no a las puertas del retorno de nuestro amado Jesús, pero considero que hay señales las cuales no pueden pasar desapercibidas si conocemos las Escrituras. “Pues bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal ignorancia, pero ahora manda a todos, en todas partes, que se arrepientan” (Hechos 17:30). Quizá este sea el motivo por el que el Espíritu Santo me ha llevado a escribir reiteradamente sobre el compartir a otros y llevar el mensaje de salvación. No importa; es mejor por exceso y no por defecto.
Todo está dicho, todo está claro; hay una orden y hay que cumplirla: “Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados”. La decisión de aceptarlo o no, les corresponde. Y de ñapa, hay una promesa que llegará de inmediato: “recibirán el don del Espíritu Santo”. ¡Es un regalo completo! Les puedo asegurar que si lo hacen con honestidad, el resultado es sobrenatural porque es directamente Dios en sus vidas.

Amado Señor Jesús: Estoy arrepentido y te necesito. Hoy decido aceptarte en mi vida como Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias por perdonarme y limpiarme; y gracias por llenarme de tu Santo Espíritu. Amén.

Un abrazo y bendiciones.

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