miércoles, 27 de abril de 2016

Hay que desarraigar la desobediencia




—¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres! —respondieron Pedro y los demás apóstoles— 
Hechos 5:29.


Lectura: Hechos 5: 17-41.  Versículo del día: Hechos 5:29.

MEDITACIÓN DIARIA

Dos aspectos me llaman la atención de la Iglesia primitiva: la unidad y  la obediencia; y de estas dos, sobresale la obediencia. Nos hemos puesto a pensar lo que es ¿obedecer a Dios antes que a los hombres? Si ahora nos cuesta tanto obedecer en cosas que relativamente son pequeñas, ¿cómo vamos a responder por ejemplo, en caso de una persecución? Porque lo que sucedía con estos discípulos era eso: persecución por estar obedeciendo. El ángel del Señor que les abrió las puertas en la cárcel, les ordenó: “Vayan —les dijo—, preséntense en el templo y comuniquen al pueblo todo este mensaje de vida” (v. 20). Ellos lo hicieron así y al final los dejaron libres pero azotados.
Siempre me he preguntado por qué es tan difícil obedecer. En estos días vi por internet algo al respecto y era un jefe buscando un empleado para su empresa. Se presentaron dos que tenían títulos tras títulos y no fueron contratados. De inmediato el jefe les da las gracias, les ofrece un dulce pero les da el ‘no’ contundente. El tercero pensaba que si eso había pasado con ellos, él sería igual de descalificado; pues no tenía esos títulos ni había siquiera llevado su Hoja de Vida. Muy sinceramente habla con el jefe y cuando éste le pregunta: ¿Usted que sabe hacer? Responde: Sé obedecer. Dio en el blanco; inmediatamente obtuvo su trabajo. El jefe estaba hastiado de personas que se ufanaban de grados y condecoraciones, pero que no le obedecían. La verdad, me quedé pensando en esta enseñanza porque a lo largo de la vida, he percibido el trabajo que cuesta obedecer. Y si cuesta obedecerle al hombre que se tiene cerca, ¡cuánto más no costará obedecerle a Dios a quien no vemos! Creo que también Dios está hastiado de tanta palabrería nuestra y poca acción obediente.
La razón para mí, es porque es un pecado que viene en nuestra naturaleza pecaminosa. Recordemos que en eso consistió la caída de Adán y Eva: la desobediencia; y ¡la consecuencia estuvo bien grande! Al punto de tener Dios que mandarnos un Salvador. Entonces, así como hemos tenido que pasar por sanidad espiritual en muchas áreas, también en mi parecer, hay que liberarnos de la desobediencia que está tan arraigada en nuestro corazón, para aprender a obedecer a Dios antes que a los hombres y ser auténticos discípulos de precisamente nuestro Salvador.

Amado Señor: Te pedimos perdón porque nos cuesta mucho ser obedientes. Razón tenías cuando decías que no te llenaban los holocaustos y sacrificios sino el obedecerte. Es que no sacamos nada con decir que te amamos, que te seguimos, que daríamos todo por Ti, si ni quiera tenemos la disposición de obedecerte como nos lo mandas. Te rogamos buen Dios que pongas en nosotros siempre el querer como el hacer para agradarte y cumplir tu santa voluntad. ¡Muchas gracias, bendito Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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