domingo, 8 de noviembre de 2009

La muerte física

Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera.

Juan 11:25.

Lectura diaria: Juan 11:17-37. Versículo del día: Juan 11:25.

Nada nos confronta más con la muerte física que asistir a un velorio. La muerte es inevitable y a no ser que el Señor Jesucristo venga antes donde los que vivan serán arrebatados, tendremos que pasarla. ¡Qué efímera es la vida! No es sino un soplo y nada más. Aquí solamente estamos de paso, sin embargo, cuánto nos apegamos a este mundo. Definitivamente el hombre no fue creado para morir pero debido a la desobediencia de Adán y Eva al comer del fruto prohibido, entró la muerte tanto física, como espiritual. La muerte generalmente causa dolor porque es triste ver partir a un ser querido sin poder hacer absolutamente nada para evitarlo. Sin embargo, qué diferencia hay cuando se trata de un creyente porque a pesar del vacío que deja en el corazón, se tiene la convicción que resucitará para vida eterna y es allá dónde volveremos a encontrarnos. Todos resucitaremos, unos para muerte y ser juzgados y otros para vida eterna (Juan 5:28-29). La muerte humana no implica dejar de existir, simplemente es la separación entre lo físico y lo inmaterial o sea entre el cuerpo y el alma. Aún así, nos dolemos más por la muerte física sin alcanzar a comprender que es mucho peor la muerte espiritual porque ésta es la separación del hombre con Dios; muerte espiritual que debemos reparar en esta vida terrenal porque después de muertos, ya no hay nada qué hacer. El evangelio nos anuncia la manera de pasar de muerte a vida. “Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida” (Juan 5:24). Obtenemos esa vida eterna a través de Jesucristo. Dios amó tanto al mundo que nos envió a su Hijo para que todo el que crea en Él, no se pierda sino que tenga vida eterna (Juan 3:16). El Señor Jesucristo es el único que nos puede dar la salvación porque fue el único capaz de morir por nosotros y vencer la muerte mediante su propia muerte y por medio de su resurrección ha vencido a este postrer enemigo (1ª. Corintios 15:25-26). Pero ¡por favor! Si estás leyendo este devocional, no es por casualidad, Dios no quiere que te pierdas y llegues a morir sin antes haber conocido su infinito amor por ti. Mira, ¡mañana puede ser tarde! Jesús te hace hoy la invitación para que entres a formar parte de su reino. Él está tocando la puerta de tu vida, no le rechaces nuevamente, déjalo entrar porque te regalará la salvación. Si deseas podemos orar así: Señor Jesucristo, yo te necesito, te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados y escribir mi nombre en el libro de la vida. En tu nombre Jesús, amén. Si tomaste la decisión de hacer esta oración, te felicito, has pasado de muerte a vida y pase lo que pase allá en el cielo nos encontraremos.

Un abrazo y bendiciones.

Bibliografía: Diccionario Ilustrado de la Biblia

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