sábado, 21 de noviembre de 2009

El hogar cimentado y apacible

Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles.

Salmo 127:1.

Lectura diaria: Salmo 127:1-Salmo 128:6. Versículo del día: Salmo 127:1.

ENSEÑANZA

El hogar se construye de igual manera que un edificio: Se planea, se echan los cimientos se hacen los últimos retoques y se procede a adornarlo. Cuando los hogares no tienen bases sólidas, fácilmente se derrumban, por eso debemos dejarlos en manos de quien es el creador original de éstos “por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser” (Génesis 2:24). Vemos que desde el inicio de la vida humana, Dios institucionalizó el matrimonio porque se dio cuenta que no era bueno para el hombre andar solo. El Salmo 128:3 dice lo siguiente: “En el seno de tu hogar, tu esposa será como una vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo”. A la esposa se le compara con esta deliciosa fruta, dulce y placentera al paladar porque ella emana la dulzura y pasión para organizar su nido de amor. Además para los antiguos israelitas era placentero, sentarse bajo la sombra de su propia vid, esto les imprimía satisfacción y tranquilidad; así de igual manera, el esposo con una sabia mujer se siente tranquilo porque su corazón está en ella confiado. Los hijos representan el olivo, este árbol crece lentamente; su tronco es grueso, corto, nudoso y retorcido y de él se desprenden numerosas ramas. De las raíces nacen retoños alrededor del tronco y es ahí donde radica la comparación del olivo con el hombre rodeado de su familia. “Con sabiduría se construye la casa, con inteligencia se echan los cimientos. Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros” (Proverbios 24:3-4). La construcción del hogar corresponde tanto al hombre como a la mujer, aunque es la mujer la que le imprime los adornos de ternura, confiabilidad, dulzura, paz y abnegación. Esos pequeños olivos serán tesoros bien preciados por sus padres y quienes llevaran las risas y alegrías allí. Entonces, aprendamos a construir hogares cimentados en fundamentos cristianos para que de igual modo nuestros retoños sigan este ejemplo y romper de una vez por todas con la maldición que pesa en la mayoría de matrimonios, donde vemos una cadena desde nuestros ancestros, de infidelidad que tumba y destruye hogares.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: