martes, 3 de noviembre de 2009

Confianza en su Palabra

Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores.

Salmo 91:15.

Lectura diaria: Salmo 91:1-16. Versículo del día: Salmo 91:15-16.

ENSEÑANZA

Definitivamente Dios es fiel y su Palabra confiable y victoriosa. Si dice que le invocaremos y Él nos responderá es porque así es. Sus promesas son Sí y Amén. “Si creo Señor” y “así será”. ¡Cuántas veces pesa más en nuestra mente la duda y el conflicto que su bendita Palabra! Creo que todos hemos pasado por estas situaciones; aún así, igual que dice la canción (“yo no confío con la mente, lo hago con el corazón y esperaré en la tormenta, aunque tardare tu respuesta, tú siempre tienes el control”), tenemos que actuar. Personalmente, tengo que pedirle perdón al Señor por dudar en ocasiones y en otras por llegar incluso a enojarme con Él. Hace poco, incluso intenté hacer el devocional sobre las mismas palabras que el salmista Asaf escribió en el Salmo 74:5 “¿Hasta cuándo, oh Dios, se burlará el adversario? ¿Por siempre insultará tu nombre el enemigo? ¿Por qué retraes tu mano, tu mano derecha? ¿Por qué te quedas cruzado de brazos? Sí, eso era lo que yo también quería decirle a Dios, ¿es que acaso no te intereso? ¿No soy tu hija? ¿Por qué me tratas así? Bueno, también pienso que de todas maneras Dios desea más mi sinceridad y quebrantamiento a la mentira y el engaño. He aprendido del rey David que sin ningún reparo abría su corazón ante el Señor, le clamaba, le lloraba: “Respóndeme pronto que estoy angustiado”; “Apresúrate, oh Dios a rescatarme” (Salmo 69:17b y 70:1), e incluso David, en sus oraciones pedía que Dios hiciera justicia contra sus adversarios y no demostraba compasión alguna; sin embargo, David tenía un corazón conforme al corazón de Dios. Esto me reconforta. Quizá su misma sinceridad fue lo que le otorgó ese atributo. Pero en el rey, encuentro lo aprendido, que al final siempre reconocía el poder y la misericordia de Dios y terminaba alabándole; muy seguramente a todos nos sucede del mismo modo. Podemos decir de todo, más sabemos que Él es soberano, que sus tiempos y caminos no son los nuestros y terminamos en actitud de adoración. Padre amado: Perdona nuestra zozobra y falta de confianza en ti. Señor Jesús, permite que cada día aprendamos a ser fieles contigo, como lo eres tú con nosotros. Enséñanos a distinguir los tiempos tuyos y a entender que deseas dirigirnos por el mejor camino. Llénanos de tu Santo Espíritu para que la alegría, la fe, la esperanza y el dominio propio no decaigan. Gracias Señor por escuchar nuestra plegaria. En el nombre de Jesús, amén.

Un abrazo y bendiciones.

P.D. A todos los que nos han acompañado en ayuno y oración por nuestras finanzas, les comparto el testimonio referente al trabajo que le salió a mi esposo. Gracias a Dios por su respuesta y a ustedes por estar siempre a nuestro lado. Seguiremos orando y ayunando por los que faltan. ¡Adelante! ¡Con Cristo somos más que vencedores!

No hay comentarios: