sábado, 20 de junio de 2009

Entre ustedes no deberá haber pobres

Entre ustedes no deberá haber pobres, porque el Señor tu Dios te colmará de bendiciones en la tierra que él mismo te da para que la poseas como herencia.

Deuteronomio 15:4.

De ninguna manera Dios desea la pobreza para nosotros. Si estamos viviendo una circunstancia de esta índole, tenemos que revisar nuestras vidas y buscar el porqué. Recordemos que por causa de la desobediencia y el pecado puede aparecer. También se dan casos en los que ha entrado un espíritu de ruina y miseria al hogar y en esta situación debemos optar por la liberación.

El Señor Jesús se hizo pobre por nosotros. Fue otro regalo que nos dio con su muerte y en la cruz se llevó todas las maldiciones que han recaído y pesan sobre nuestro lomo, incluyendo la pobreza. 2ª. Corintios 8:9 lo expresa así: “Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que aunque era rico, por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser ricos”.

La pobreza, la ruina y la miseria son espíritus que llegan para inquietarnos y robarnos la paz, puesto que Satanás sabe muy bien que las finanzas obran directamente en la mente y el corazón no sólo del individuo sino de una manera acelerada dentro de un matrimonio, hasta el punto que puede salirse con la suya y llegar al divorcio por esta causa. ¡Claro, don Sata, feliz! A él lo que le importa es destruir hogares. El Señor nos puede guiar con su Espíritu y discernir cuando sea este el motivo, para buscar ayuda espiritual.

Una clave significativa para lograr una libertad financiera es pagar las deudas que se tengan y ser muy cumplidos con lo que le concierne al estado. Dios bendice nuestra fidelidad y responsabilidad.

Otro punto importante con relación a la prosperidad, es que cuando seamos bendecidos, nos acordemos de nuestro prójimo, no olvidando los deberes que como cristianos tenemos frente a nuestros hermanos, incluyendo aquellos que nos sirven en la iglesia, llámense pastores, ministros, sacerdotes o líderes. Ellos también trabajan y Dios dice que el obrero es digno de su salario. Debemos dar con generosidad, sin tacañerías “no seas mezquino sino generoso, y así el Señor tu Dios bendecirá todos tus trabajos y todo lo que emprendas”. Deuteronomio 15:10.

El apóstol Pablo nos insta a que demos con gozo, no con tristeza y con la mejor voluntad porque Dios ama al dador alegre. Así que mi consejo es que de lo que Dios te provee, tú des lo que hayas propuesto en tu corazón pero con alegría.

¡Adelante! Dios no quiere verte como un mendigo porque eres hijo del Rey de Reyes; Él es el dueño de todo el oro y la plata del mundo y tu eres su heredero. ¡Aprópiate de esto!

Un abrazo y bendiciones.

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