viernes, 5 de junio de 2009

Cuando el labrador ara y el segador trilla

Cuando el labrador ara y el segador trilla, deben hacerlo con la esperanza de participar de la cosecha.

1ª. Corintios 9:10.

Mi propósito al enviar estos devocionales es que la Palabra de Dios pueda llegar hasta los lugares más recónditos de habla hispana, que incluso ni siquiera yo logre imaginar. Quiero poner esa semilla y empezar a labrar dejando que llueva sobre esos terrenos el poder del Espíritu Santo, de tal manera que cuando brote su fruto, la cosecha sea abundante y próspera. No me importa que otros cosechen por mí, porque mi esperanza está basada en la participación, pero en la del reino de los cielos.

A lo largo de mi vida cristiana, he aprendido que unos siembran y otros cosechan. Doy gracias a Dios por la persona que me condujo a los píes de Cristo y por todas aquellas que me enseñaron a dar mis primeros pasos en el evangelio. Sin embargo, por la experiencia vivida en las distintas iglesias por las que he tenido que transitar por motivos diferentes, he podido comprobar que el ministerio empezado con mi vida, aún no termina, continúa. Cada día se aprende algo nuevo y esa semillita germinada un día, sigue dando nuevos frutos, aunque como toda cosecha, unas más productivas que otras. Entonces, no tiene por qué preocuparme el que otros cosechen por mí. Importa es que la semilla haya quedado esparcida en buena tierra, con suficiente abono y regada con suficiente agua, para que en el momento propicio su recolección sea abundante.

Diré entonces como Pablo, a modo propio: Cuando les envío mis devocionales, no tengo de qué enorgullecerme, ya que estoy en la obligación de hacerlo. Es mi forma de llevarles el evangelio y ¡ay de mí, si no lo predico! Ésta es la tarea que se me ha encomendado y la que espero realizar de la mejor manera.

Por eso mi oración es por ustedes y por todos a quienes ustedes se los reenvían. Los que vienen detrás, serán los que continuarán la obra.

“Ya que has puesto tu mano en el arado, no tornes tu mirada hacia atrás. Sigue a Cristo como buen soldado, y un día recompensa tú tendrás”.

¡Aquí estoy Señor! ¡Envíame a mí!

Un abrazo y bendiciones.

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