sábado, 29 de octubre de 2022

El Evangelio es la enseñanza de Jesús

Timoteo, enseña estas cosas y anima a todos a que las obedezcan. Puede ser que algunas personas nos contradigan, pero lo que enseñamos es la sana enseñanza de nuestro Señor Jesucristo, la cual conduce a una vida de sumisión a Dios. 

1 Timoteo 6:2-3.


Lectura: 1 Timoteo 6:1-5.  Versículos del día: 1 Timoteo 6:2-3.


MEDITACIÓN DIARIA


Y la sana enseñanza del Señor Jesucristo de la que le habla Pablo a su discípulo Timoteo es el Evangelio de las Buenas Nuevas. Estas buenas noticias son las que nos conducen a Dios Padre para gozar de una vida eterna en el cielo. ¿En qué consisten las Buenas Nuevas? En que el amor de Dios se demuestra dándonos a su Hijo para que todo aquel que en Él crea, no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16). El hombre ha tratado de llegar a Dios de diferentes maneras, pero un gran abismo lo separa y no lo ha logrado porque el hombre es pecador y está separado de Dios (Romanos 3:23 y 6:23), por esto le queda difícil conocer el amor de Dios. Pero hay una solución; precisamente de esta es que habla el apóstol Pablo: el amor de Dios es tan grande que su Hijo Jesús murió en nuestro lugar (Romanos 5:8). Definitivamente Jesús es el único camino, la única verdad y la única vida para llegar al Padre (Juan 14:6). Ese gran abismo que separaba al hombre de Dios, ahora tiene un puente y se llama Jesús.

En resumen, cada persona debe recibir a Jesucristo como Señor y Salvador de su vida para poder conocer y experimentar el amor de Dios y el plan que tiene para cada uno. Juan 1:12 dice: “Más a todos los que le recibieron a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Y lo recibimos por fe (Efesios 2:8-9). Jesús está llamando a la puerta de tu vida (Apocalipsis 3:30), te pregunto: ¿quieres aceptar la invitación de Él para ti? Podemos hablar con Dios. Él te conoce y sabe lo que hay en tu corazón, las necesidades de tu vida, etc. Habla con Jesús; dile:


Señor Jesús: yo te necesito; te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador. Gracias por amarme y venir a morir por mí. Ven, perdona mis pecados; toma el control del trono de mi vida y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por perdonarme y darme una nueva vida Contigo aquí en la tierra y una eternidad a tu lado; amén.


Un abrazo y bendiciones. 

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