¡Hosanna! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —Bendito el Rey de Israel!
Juan 12:13. NVI.
Lectura: Juan
12:12-19. Versículo del día: Juan 12:13.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuando el Señor Jesús
entró montado en un burrito a Jerusalén, la gente salió a aclamarlo con palmas
y gritaban: “¡Hosanna! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”. Siempre
he cuestionado el hecho de alabarlo ese día, para después en un lapso no más de
una semana, hayan cambiado de parecer y gritaran: ‘crucifícalo, crucifícalo’. Esto
me hace recapacitar y pensar cuánto puede fallar nuestra fe de un momento a
otro.
¿Cómo es tu adoración al
Señor? ¿Te guías quizá por los demás? ¿O más bien, te dejas llevar solamente por
emociones? Creo que nuestra alabanza y adoración debe ser tal como nos lo dice
la misma Palabra que debemos amarlo: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30 NVI).
Cuando se ama de verdad a una persona, la elogiamos, la enaltecemos e incluso
gritamos a los cuatro vientos su amor y sus cualidades. De igual manera debería
ser nuestra adoración al Rey y Señor nuestro.
Amado Señor Jesús:
mi corazón rebosa de alegría al saber que solamente porque lo quisiste así,
volteaste tus ojos hacia mí para perdonarme y darme el regalo de la salvación.
Mi Señor, no me salen las palabras adecuadas para cantarte salmos y loarte por
siempre; mereces tanto que me siento insignificante por no saber cómo hacerlo;
quiero gritar también, de tal manera que todos sepan que Eres Tú mi gran Dios y
que fuera de Ti no existe nadie más que pueda hacer las obras de la manera en que
las haces Tú. ¡Hosanna, Hosanna en las alturas! ¡Ángeles, querubines y serafines
alaben el Nombre del Señor! ¡Hosanna bendito Jesús! ¡Árboles del bosque, aguas
de manantiales y quebradas aplaudan al Gran Rey que vive para siempre! ¡Hosanna,
Hosanna! ¡Mi corazón rebosa de alegría junto con mi alma, mi mente y mis
fuerzas! ¡Eres mi Dios y mi Todo!
Un abrazo y bendiciones.
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