sábado, 7 de septiembre de 2019

Transforma mis dolores en bendición


Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. 
Salmo 139:15. NVI.

Lectura: Salmo 139:1-24.  Versículo del día: Salmo 139:15.

MEDITACIÓN DIARIA

Hoy me remonto al Salmo 139 y exactamente al versículo del día, porque he tenido un dolor en todo mi cuerpo como nunca antes lo había sentido. Le he preguntado al Señor si es que me he vuelto más sensible a malestares de esta índole, puesto que en enero cuando llegué de Colombia la virosis digestiva, me dio también tres vueltas. Hasta donde sé, mis médicos en Colombia se cuestionaban por qué resistía tanto dolor y llegaron a la conclusión que cuando la pancreatitis, yo había pasado el umbral del dolor. Ahora lo que siento en mi cuerpo me recuerda cuando Daniel Andrés iba a nacer que sentía como si me estuvieran abriendo la espalda y la cadera y es exactamente lo que estoy sintiendo.
Pero bueno, cualquier dolencia que pueda tener, seguro no le quedará grande a mi Señor. Si Él ya me sacó dos veces de las garras de la muerte con mayor razón puede hacerlo nuevamente con estos dolores en mis huesos. “Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido”. El Señor sabe exactamente cuántos huesos tengo y cómo están en este momento. Así que me queda seguir adelante, mirando todas las bendiciones que Dios me ha regalado y no centrarme en mis huesos. “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno” (vv. 23-24).

Señor Jesús: Tu Palabra dice que conoces todo lo mío. Señor para Ti no te es desconocido el dolor que siento en mi cuerpo. Toma Bendito Dios cada dolencia mía y transfórmala en bendición. Quizá en este momento no entienda lo que estás haciendo en mí, pero si todos mis caminos te son conocidos, seguro que querrás lo mejor para mí vida. Te doy gracias porque mis dolores no son ni la muestra de los que pasaste por mí en la cruz del Calvario. ¡Bendito Eres buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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