jueves, 12 de septiembre de 2019

Eres mi salvación, mi fuerza y mi canción


¡Dios es mi salvación! Confiaré en él y no temeré. El Señor es mi fuerza, el Señor es mi canción;  él es mi salvación! 
Isaías 12:2. NVI.

Lectura: Isaías 12:1-6.  Versículo del día: Isaías 12:2.

MEDITACIÓN DIARIA

“En aquel día se dirá: Alaben al Señor, invoquen su nombre; den a conocer entre los pueblos sus obras; proclamen la grandeza de su nombre. Canten salmos al Señor, porque ha hecho maravillas; que esto se dé a conocer en toda la tierra” (vv. 4-5). Cada nuevo día es un reto que el Señor nos pone para ver si somos capaces de confiar en Él de verdad, o si solo lo decimos nada más de palabra. Personalmente yo he entendido que, si no me cojo de mi Señor, me hundo fácilmente. Salgo a flote solamente porque su mano bondadosa está siempre ahí, lista para estirarse y sostenerme.
Estoy esperando los resultados de un poco de exámenes que me tomaron y el Señor es el Único que sabe cómo está mi cuerpo en general. Mientras tanto, no me queda más que confiar en mi Salvador y no temer. Me corresponde dar a conocer su Nombre; proclamar su Grandeza a los cuatro vientos para que todos sepan que mi Dios hace maravillas. Y aunque lleguen a salir mal, diré igual que los amigos de Daniel, cuando por orden del rey fueron a parar al horno en llamas: “Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad. Pero, aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua” (Daniel 3:17-18). Quizá mi horno viene a ser la espera de esos resultados. Mi Dios puede librarme de cualquier enfermedad y permitir que todo salga bien. Pero, aun si mi Dios no lo hace así, sepan todos que seguiré adorándolo y honrándolo como merece que lo haga. ¡Dios es mi salvación! ¡Él es mi fuerza y mi canción!

Señor Jesús: Mi vida está en tus manos. Cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo de mi ser dependen totalmente de tu decisión. Me acojo a tu divina voluntad y desde ahora te doy gracias, cualquiera que sea el resultado de mis exámenes. Mi vida te pertenece y no tengo mejor Médico que Tú mi buen Señor. Tú Eres Fiel y puedes obrar conmigo nuevamente. ¡Gracias, muchas gracias mi Dios y Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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