¡Dios es mi salvación! Confiaré en él y no temeré. El Señor es mi fuerza, el Señor es mi canción; él es mi salvación!
Isaías 12:2. NVI.
Lectura: Isaías 12:1-6. Versículo
del día: Isaías 12:2.
MEDITACIÓN DIARIA
“En aquel día se dirá: Alaben al Señor, invoquen su nombre; den a conocer
entre los pueblos sus obras; proclamen la grandeza de su nombre. Canten salmos
al Señor, porque ha hecho maravillas; que esto se dé a conocer en toda la
tierra” (vv. 4-5). Cada nuevo día es un reto que el Señor nos pone para ver si
somos capaces de confiar en Él de verdad, o si solo lo decimos nada más de palabra.
Personalmente yo he entendido que, si no me cojo de mi Señor, me hundo
fácilmente. Salgo a flote solamente porque su mano bondadosa está siempre ahí,
lista para estirarse y sostenerme.
Estoy esperando los resultados de un poco de exámenes que me tomaron y el
Señor es el Único que sabe cómo está mi cuerpo en general. Mientras tanto, no
me queda más que confiar en mi Salvador y no temer. Me corresponde dar a
conocer su Nombre; proclamar su Grandeza a los cuatro vientos para que todos
sepan que mi Dios hace maravillas. Y aunque lleguen a salir mal, diré igual que
los amigos de Daniel, cuando por orden del rey fueron a parar al horno en
llamas: “Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos
del horno y de las manos de Su Majestad. Pero, aun si nuestro Dios no lo hace
así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua”
(Daniel 3:17-18). Quizá mi horno viene a ser la espera de esos resultados. Mi
Dios puede librarme de cualquier enfermedad y permitir que todo salga bien. Pero,
aun si mi Dios no lo hace así, sepan todos que seguiré adorándolo y honrándolo
como merece que lo haga. ¡Dios es mi salvación! ¡Él es mi fuerza y mi canción!
Señor Jesús: Mi vida está en tus manos. Cada día, cada
hora, cada minuto y cada segundo de mi ser dependen totalmente de tu decisión.
Me acojo a tu divina voluntad y desde ahora te doy gracias, cualquiera que sea
el resultado de mis exámenes. Mi vida te pertenece y no tengo mejor Médico que
Tú mi buen Señor. Tú Eres Fiel y puedes obrar conmigo nuevamente. ¡Gracias,
muchas gracias mi Dios y Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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