Yo, el Señor, soy su guardián; todo el tiempo riego mi viña. Día y noche cuido de ella para que nadie le haga daño.
Isaías 27:3. NVI.
Lectura: Isaías 27:1- 9. Versículo del día: Isaías 27:3.
MEDITACIÓN DIARIA
La viña del Señor es su
Iglesia. Recordemos la parábola de los viñadores, donde el Señor contrató
obreros para su viña y les ofreció la paga de un día. Más tarde llegaron otros
y mucho más tarde también fueron a trabajar otros que estaban sin trabajo. Al
finalizar el día, ordenó al capataz pagar el jornal y todos por igual
recibieron la paga de un día. Por eso el Señor dijo que los últimos serán
primero y los primeros, últimos (Mateo 20: 1-16). La viña es el reino de los
cielos al que todos tenemos derecho de entrar si bien lo queremos. Lo único indispensable
es que el hombre pecador acepte el sacrificio de Jesús y haga de Él su Señor y
Salvador. Unos llegarán comenzando su vida, otros al cabo de años y otros tanto
al finalizar sus días, pero todos por igual gozarán del reino de Dios.
Si ya lo has hecho, eres
parte de su viña y aquí en la lectura nos dice que el Viñador la cuida día y
noche. Él no descansa. ¡Qué hermoso es nuestro Dios! Cuida de nosotros protegiéndonos
en todo momento para que nadie nos haga daño. Si no lo eres, es el momento de
entrar a ese viñedo para que también puedas recibir allí toda la gracia del
Señor Jesús manifestada con su muerte y resurrección. Si es tu deseo, te puedo
guiar con una oración:
Señor Jesús:
reconozco que soy pecador y te necesito. Hoy decido aceptarte como mi Señor y
Salvador. Toma mi vida y haz de mí la persona que deseas que yo sea. Gracias
por perdonarme y limpiarme. Gracias también por hacerme partícipe de tu viña y
heredar el reino de Dios. En tu Nombre Jesús, amén.
Un abrazo y bendiciones.
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