lunes, 25 de marzo de 2019

Nosotros: los encargados de ofrecer el amor de Dios


Dejen de hablar con tanto orgullo y altivez; ¡no profieran palabras soberbias! El Señor es un Dios que todo lo sabe, y él es quien juzga las acciones”. 1 Samuel 2:3. NVI.

Lectura: 1 Samuel 2:1-11.  Versículo del día: 1 Samuel 2:3.

MEDITACIÓN DIARIA

Ana, la madre de Samuel eleva una oración al Señor para enaltecer su Nombre por haberla sanado de la esterilidad. En su plegaria deja ver quizá, la humillación que vivió por no quedar embarazada. El versículo del día nos exhorta a dejar la altivez y el orgullo. Ana lo vivió por su condición de estéril, pero en otros puede surgir por poder, posición, riqueza, abolengo, raza, edad, origen, discapacidad, etc. Cualquiera de estas conductas discriminatorias puede caerse en un momento dado y Dios será el encargado de juzgarlo todo. Así que lo mejor es no hacer alarde de nada.
El Señor no mira las apariencias sino lo que hay en el corazón (1 Samuel 16:7). El Señor exalta al humilde y humilla al que se exalta (Mateo 23:12). El apóstol Pablo nos hace unas recomendaciones al respecto que debemos tener en cuenta: “Por tanto, si sienten algún estímulo en su unión con Cristo, algún consuelo en su amor, algún compañerismo en el Espíritu, algún afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento. No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás” (Filipenses 2:1-4). Sus palabras son para nosotros. El amor al Señor Jesús nos debe motivar; la comunión con su Santo Espíritu nos mueve a tener un mismo parecer sin egoísmos ni vanidad. Bien se nos recomienda que considerando a los demás como superiores a nosotros mismos. Pienso que esa es la manera de permitir que brote el mandato nuevo del Señor Jesús. Nos preguntaremos: ¿con los de la iglesia? Claro que con los de nuestra iglesia, pero no podemos dejar por fuera a los no cristianos. No, de ninguna manera. Si nosotros no somos portadores del amor que ya conocemos, ¿a quién vamos a exigirle amar?

Bendito Señor Jesús: gracias por dejarnos a tu Santo Espíritu para que en unión con Él pueda brotar en cada uno de nosotros el fruto del amor. Te rogamos Señor que nos hagas portadores de ese amor para que, por él, el mundo te conozca y entienda que Tú viniste para darnos a todos el amor verdadero, el amor que no discrimina, el que no tiene envidia ni vanidad alguna. El amor que no se extingue. El amor que ofreces a pesar de. Gracias, gracias buen Dios.

Un abrazo y bendiciones.  

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