lunes, 11 de marzo de 2019

Exhortar a otros al arrepentimiento


Yo los bautizo a ustedes con agua —les respondió Juan a todos—. Pero está por llegar uno más poderoso que yo, a quien ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. 
Lucas 3:16. NVI.

Lectura: Lucas 3:1-20.  Versículo del día: Lucas 3:16.

MEDITACIÓN DIARIA

Cuando recibimos al Señor, Él mismo se encarga de bautizarnos con el Espíritu Santo. Juan preparando el camino del Señor comenzó a exhortar al pueblo para que se arrepintiera; muchos llegaron para que él los bautizara. “¡Camada de víboras! —les advirtió—. ¿Quién les dijo que podrán escapar del castigo que se acerca? Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento” (vv. 7-8). Personalmente entiendo, que no solamente es necesario el bautismo con agua sino también el del Espíritu. Pero para que esto suceda tiene que haber un arrepentimiento genuino de parte de la persona; y como les dijo Juan refiriéndose a Jesús el Señor: “está por llegar uno más poderoso que yo, a quien ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias”.
Y lo que dijo Juan se cumplió. El Señor Jesús vino a cumplir su misión como Salvador de toda la humanidad. También los que ya conocemos a Jesús y le hemos entregado nuestra vida, nos corresponde exhortar a otros anunciándoles el Evangelio de las Buenas Nuevas. Ayer en el Servicio del domingo, nuestro Pastor también nos exhortó a presentar a los demás nuestra carta; a no dejarla encima del escritorio. Pablo escribió: “Es evidente que ustedes son una carta de Cristo, expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones (2 Corintios 3:3). Las Buenas Nuevas de salvación las empezó a regar Juan el Bautista y Jesús se las confirmó a sus discípulos y por último al apóstol Pablo. Escrita no con tinta como dice, sino con el Espíritu de Dios. No en tablas de piedra, refiriéndose a la ley de Moisés, sino en nuestros propios corazones. Por eso es imprescindible que esta noticia tan importante se dé a conocer. Esta es por supuesto la tarea encomendada: llevar a muchos al arrepentimiento ofrecido por Jesús de Nazaret.

Amado Señor Jesús: la mejor carta de presentación que tenemos es la Tuya. Danos el valor y denuedo para compartirla a tantos necesitados que andan errantes por el camino sin conocerte y saber que Eres el Único capaz de perdonar nuestros pecados y llenarnos con la obra del Espíritu. Permite Señor que esto sea una muestra del fruto del arrepentimiento que has escrito en cada corazón, para que tu Evangelio se expanda alrededor del mundo. Muchas gracias bendito Señor. ¡Todo lo que hagamos será para tu honra y gloria por siempre!

Un abrazo y bendiciones.

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