Durante todo el tiempo que ha pasado, hasta este mismo día, ustedes no han abandonado a sus hermanos los israelitas. Más bien, han cumplido todos los mandatos del Señor.
Josué 22:3. NVI.
Lectura: Josué 22:1-34. Versículo del día: Josué 22:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Los rubenitas, los gaditas y la media tribu de
Manasés, que tenían su territorio al lado oriental del río Jordán, volvieron a
sus tierras puesto que ya habían cumplido con lo ordenado por Moisés (Números
32), y obedecido a Josué en cada mandato dado. Los hombres de guerra cruzaron
el río solamente con la misión de ayudar a sus hermanos a conquistar sus
territorios (Josué 4:12); ya era hora de volver a lo suyo.
El pueblo de Israel era un pueblo unido y dispuesto a
conquistar la tierra prometida. Su unidad fue básica para la victoria. Así que
las tribus que ya poseían su territorio fueron obedientes en lo ordenado por el
Señor a través de Moisés y ahora Josué. “Cuando llegaron a Guelilot, a orillas
del río Jordán, todavía en territorio cananeo, las dos tribus y media
construyeron un enorme altar” (v. 10). Con esta construcción las otras tribus
pensaron que iban a desobedecer al Señor y ofrecer sacrificios allí, por lo que
respondieron que era para recordar a las generaciones futuras que ellos también
podían servir al Señor y ofrecerle sacrificios en su santuario sin que las
tribus del otro lado les recriminara. “Y los rubenitas y los gaditas le dieron
al altar el nombre de ‘Testimonio’, porque dijeron: ‘Entre nosotros servirá de
testimonio de que el Señor es Dios” (v. 34).
“¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos
convivan en armonía!” (Salmo 133:1). Una lección para aprender, porque la
unidad, la armonía y el compartir que se viva en la iglesia, contagiará a otros
que desearán buscar a Dios. Vivimos en un mundo de mucha soledad. El hombre fue
creado para vivir en comunidad. Nuestras iglesias deben ser esos recintos donde
se encuentre la fraternidad y el amor para ofrecer.
Amado Señor: haznos personas que sepamos dar de lo mucho que Tú nos has regalado. Que sepamos vivir en armonía y paz teniendo la unión como bandera del amor que nos ofreciste un día. Rogamos porque nosotros seamos la semilla regada en nuestras congregaciones y que esta unidad sea el testimonio para que el hombre abatido, solo y triste encuentre allí el calor humano alrededor de tu amor derramado. Gracias, infinitas gracias buen Señor.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario