Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte. Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido!
Salmo 16:5-6.
Lectura: Salmo
16:1-11. Versículos del día: Salmo
16:5-6.
MEDITACIÓN DIARIA
En el devocional anterior
preguntaba, quién era el Señor de tu vida. Ahora en este Salmo aprendamos del
rey David quien lo reconoce como tal, y entiende que todo lo que tiene proviene
de Dios: “Yo le he dicho al Señor: Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien
alguno” (v. 2). Así es; el Señor es el alimento diario. La relación personal con Él es
el sostén de la vida. La vida abundante que prometió en Juan 10:10 lleva el
sello de esa feliz comunión: Él, Santo, y nosotros pecadores. Gracias a la copa
de bendición estamos unidos ahora con la sangre y el cuerpo de Cristo: “Esa
copa de bendición por la cual damos gracias, ¿no significa que entramos en
comunión con la sangre de Cristo? Ese pan que partimos, ¿no significa que entramos
en comunión con el cuerpo de Cristo?” (1 Corintios 10:16).
¡Qué Palabra tan hermosa!
No solamente nos habla de la bendición de tener al Señor aquí en esta tierra,
de conocer su plan, su propósito sino también de vivir con Él en la eternidad:
“Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu
presencia, y de dicha eterna a tu derecha” (v. 11 en la lectura).
Bendito eres Señor por
los consejos que nos das; aun en medio de la oscura noche, siempre recibimos
tus enseñanzas que guían nuestros pasos. Gracias por saber que estás ahí.
Permite que los tuyos nos alegremos y que podamos alabarte como fieles
herederos. Eres el bien más grande encontrado en el camino. ¡Gloria a tu Nombre
bendito Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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