Y Dios le ordenó: Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré.
Génesis 22:2.
Lectura: Génesis
22:1-19. Versículo del día: Génesis
22:2.
MEDITACIÓN DIARIA
La historia nos parece
muy bonita porque la tomamos como tal. Pero si analizamos las circunstancias de
lo que debió ser para Abraham esa situación comprenderemos que no debió ser
nada fácil. Su obediencia fue tan grande que amando a su hijo como lo amaba, se
encaminó a ofrecerlo en holocausto. ¿Qué sentiría Abraham cuando Isaac le
preguntó por el cordero para el sacrificio? (v. 7). Las palabras salidas desde
el fondo de su corazón demuestran el grado de su fe: “El cordero, hijo mío, lo
proveerá Dios —le respondió Abraham” (v. 8). Personalmente me atrevería a decir
que fue precisamente su fe, la que lo llevó a obedecer incondicionalmente.
Abraham sabía que Dios no le mentía cuando le afirmó que era por medio de Isaac
que se establecería su descendencia (Génesis 21:12).
Pregúntate si estarías
dispuesto a obedecerle a Dios totalmente. Mira la hermosa consecuencia que dejó
su acatamiento: por su obediencia nosotros también estamos incluidos en su
bendición (v. 18 en la lectura). ¡Hasta dónde llega la misericordia de Dios
cuando obedecemos! Ni siquiera podemos calcular cuántas generaciones serán
bendecidas por la obediencia nuestra.
Amado Señor: Queremos
tener un corazón dispuesto para decirte siempre ‘sí’. Enséñanos a escucharte a
través de tu Palabra y que no cuestionemos tus mandatos. Gracias por lo
aprendido a través de tu siervo Abraham. ¡Te adoramos Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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