La bendición de los justos enaltece a la ciudad, pero la boca de los malvados la destruye.Proverbios 11:11.
Lectura:
Proverbios 11:1-31. Versículo del día:
Proverbios 11:11.
MEDITACIÓN
DIARIA
Nosotros
los cristianos estamos llamados a bendecir. A bendecir a las personas, el sitio
en donde vivimos, el país en donde nos encontramos, y la Iglesia a la que
asistimos. Además, la empresa del trabajo o el establecimiento del estudio. Dios quiere que siempre hablemos palabras de
bienestar y no de malestar.
No
hay ningún gobernante perfecto, pero es nuestro deber orar por ellos (1 Timoteo
2:1-2), igual por la ciudad que nos haya acogido: “Además, busquen el bienestar
de la ciudad adonde los he deportado, y pidan al Señor por ella, porque el
bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad. Así dice el Señor Todopoderoso,
el Dios de Israel” (Jeremías 29:7-8). Hablar bien es bendecir, hablar mal,
maldecir. El Señor les habla aquí a los judíos cautivos en Babilonia, pero recordemos
también que Él manda orar por la paz de Jerusalén (Salmo 122:6), y esa era su
ciudad de origen.
Así
que tengamos mucho cuidado porque como nos dice el proverbio del día: “la boca
de los malvados la destruye”. Aprendamos a refrenar la lengua; no damos ningún
testimonio destruyendo con nuestros labios a un mandatario o hablando mal no
solo de la ciudad que tenemos como residencia, sino de todo el país que nos
acogió. Como conclusión: Es un mandato bendecir la ciudad adonde hemos llegado
y la ciudad que nos vio nacer. ¡Obedezcamos!
Amado
Señor: Gracias por tu Palabra porque cada día nos das una nueva enseñanza para
aprenderla y ponerla en práctica. Permite que de nuestros labios solo salgan
palabras que edifiquen, construyan y levanten. Perdónanos por tantas veces que
hemos hablado mal de nuestras ciudades, naciones y gobernantes sin darnos
cuenta que esas palabras les están destruyendo mucho más. ¡Frena nuestra lengua
Señor!
Un
abrazo y bendiciones-
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