miércoles, 11 de mayo de 2016

Aprendamos a bendecir nuestra ciudad



La bendición de los justos enaltece a la ciudad, pero la boca de los malvados la destruye. 
Proverbios 11:11.

Lectura: Proverbios 11:1-31.  Versículo del día: Proverbios 11:11.

MEDITACIÓN DIARIA

Nosotros los cristianos estamos llamados a bendecir. A bendecir a las personas, el sitio en donde vivimos, el país en donde nos encontramos, y la Iglesia a la que asistimos. Además, la empresa del trabajo o el establecimiento del estudio.  Dios quiere que siempre hablemos palabras de bienestar y no de malestar.
No hay ningún gobernante perfecto, pero es nuestro deber orar por ellos (1 Timoteo 2:1-2), igual por la ciudad que nos haya acogido: “Además, busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado, y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad. Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel” (Jeremías 29:7-8). Hablar bien es bendecir, hablar mal, maldecir. El Señor les habla aquí a los judíos cautivos en Babilonia, pero recordemos también que Él manda orar por la paz de Jerusalén (Salmo 122:6), y esa era su ciudad de origen.
Así que tengamos mucho cuidado porque como nos dice el proverbio del día: “la boca de los malvados la destruye”. Aprendamos a refrenar la lengua; no damos ningún testimonio destruyendo con nuestros labios a un mandatario o hablando mal no solo de la ciudad que tenemos como residencia, sino de todo el país que nos acogió. Como conclusión: Es un mandato bendecir la ciudad adonde hemos llegado y la ciudad que nos vio nacer. ¡Obedezcamos!  

Amado Señor: Gracias por tu Palabra porque cada día nos das una nueva enseñanza para aprenderla y ponerla en práctica. Permite que de nuestros labios solo salgan palabras que edifiquen, construyan y levanten. Perdónanos por tantas veces que hemos hablado mal de nuestras ciudades, naciones y gobernantes sin darnos cuenta que esas palabras les están destruyendo mucho más. ¡Frena nuestra lengua Señor! 

Un abrazo y bendiciones-

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