viernes, 12 de febrero de 2010

No temas por tus hijos

Regaré con agua la tierra sedienta, y con arroyos el suelo seco; derramaré mi Espíritu sobre tu descendencia, y mi bendición sobre tus vástagos, y brotarán como hierba en un prado, como sauces junto a arroyos.
Isaías 44:3-4.

Lectura diaria: Isaías 44:1-5. Versículo del día: Isaías 44:3-4.

ENSEÑANZA

El amor de madre nos motiva a estar e continua oración por nuestros hijitos. Si estamos haciendo las cosas bien no debemos temer por ellos. Lo primero que debemos hacer es en oración entregárselos al Señor y después confiar en que Él hará la obra. En la lectura para hoy, vemos claramente que Dios se ocupará de sacarlos avante. Quizá no lo hagan en la misma parte donde usualmente nos reunimos. Los muchachos a cierta edad, por cosas de la juventud, les gusta en ocasiones llevar la contraria a sus padres, además de creer que son superindependientes y no demostrar el más mínimo indicio de humildad. Entonces, lo importante es que busquen a Dios, se vinculen a una iglesia de doctrina sana y empiecen a frecuentar amistades cristianas. Como padres muchas veces pecamos y les instigamos a realizar exactamente lo mismo de nosotros. Recordemos lo que dice Efesios 6:4 “Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor” y Colosenses 3.21 “Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se desanimen”. Exasperar es desesperar, rabiar, agriar. Si como madres cogemos cantaleta contra ellos no lograremos nada. La lección y lo que mejor podemos hacer es orar, simplemente orar que el Señor se encargará de llevarlos a su redil. La promesa en Isaías es clara: “Derramaré mi Espíritu sobre tu descendencia, y me bendición sobre tus vástagos”. El día menos pensado, los tendremos alrededor del Señor y se cumplirá lo que dice más adelante: “Uno dirá pertenezco al Señor; otro llevará el nombre de Jacob y otro escribirá en su mano: Yo soy del Señor” (verso 5). Recordemos también la promesa de Hechos 16:31: “Cree en el Señor Jesús, así tú, y tu familia serán salvos”. Entonces dejemos que sea el Señor quien haga la obra en cada uno de ellos y la termine, porque seguro, no la dejará en mitad de camino.

Un abrazo y bendiciones.

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