lunes, 1 de febrero de 2010

¿En dónde cayó tu semilla?

Pero las otras semillas cayeron en buen terreno. Brotaron, crecieron y produjeron una cosecha que rindió el treinta, el sesenta, y hasta el ciento por uno.
Marcos 4:8.

Lectura diaria: Marcos 4:1-20. Versículo del día: Marcos 4:8.

ENSEÑANZA

Cuando han sembrado en cada uno de nosotros la semilla del evangelio, podemos hacer exactamente como el ejemplo de la parábola. Podemos escuchar el mensaje pero no darle la debida importancia. Nos dejamos instigar por el maligno y nos va metiendo en la cabeza frases como éstas: “¿Si vas a creer en eso?”. “Mira, estamos en pleno siglo XXI ¿y le pones atención a esas cosas?” “Dios existe, pero simplemente ya, nada más”. “¿Quién te dijo que Jesucristo es Dios? Pensé que eras más inteligente”, etc., etc. Esto es lo sembrado junto al camino. Habrá otros que todo se les va en sentimientos; reciben el mensaje con emoción pero es sólo el momento, más tarde se les olvida, en especial cuando llegan los problemas porque incluso quizá les han mostrado un cristianismo falso donde se ofrece “casa, carro y beca” y resulta que la vida cristiana no está exenta de aflicción, lo que sucede es que Dios nos da la capacidad para afrontar la adversidad. Esta semilla es la regada en terreno pedregoso que no tiene raíz, se desvanece fácilmente. Otra semilla puede caer entre espinos; oyen la Palabra pero el apego a este mundo y las riquezas no permiten que de buen fruto y se ahoga sencillamente. Después viene la semilla sembrada en buen terreno. Dios sabe ir abonando la tierra, preparándola para que cuando ésta caiga, de buen fruto. Se compara con las personas que están ávidas por saber de Dios y conocerle; escuchan atentos el mensaje de salvación y lo aceptan genuinamente de corazón y de palabra. Por supuesto, ¿qué se puede esperar de ellos? Frutos abundantes que van a rendir al menos al treinta por uno. Éstos serán los que continuarán la buena obra de la evangelización. ¿Ya te diste cuenta en cuál terreno cayó tu semilla? Te invito para retomes esa Palabra que un día te compartieron y le digas al Señor que ahora sabes que tu era está lista para la siembra. Amado Jesús, sé que tienes un tiempo para todo y tal vez no permití que mi terreno estuviese aquel día completamente limpio de piedras y espinas. Quizá estaba ahogado junto al camino y nunca antes percibí siquiera, lo que tenías para mí. Hoy Jesús, te entrego nuevamente mi vida para que tú me permitas dar un buen fruto que perdure y mi cosecha sea abundante para la gloria tuya. Gracias mi buen Señor, amén.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: