viernes, 5 de febrero de 2010

De nada sirve ganar el mundo

Si alguno se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
Marcos 8:38.

Lectura diaria: Marcos 8:31-38. Versículo del día: Marcos 8:38.

ENSEÑANZA

Cuando el Señor les estaba anunciando a sus discípulos y a la multitud que lo seguía su muerte, aprovechó para decirles que la vida sin Él no vale nada. Se puede ganar todo el mundo pero si se pierde la vida (se refería a la vida eterna), no se ha ganado en últimas nada. De ahí, la importancia de compartir a diestra y siniestra. A veces nos atemorizamos ante una persona que ocupa un alto cargo sin darnos cuenta que nosotros valemos mucho más que ellos y ante los ojos de Dios somos de alta estima. ¿Cuánta hambre y a la vez indiferencia hay de Dios a nuestro alrededor? En tantas idas a los juzgados últimamente, veo multitud de gente en ese edificio; unos salen, otros llegan, unos apresurados, otros indignados, etc. y me pregunto ¿dónde estará Dios para ellos? ¡Y qué no decir ya dentro de cada despacho! Mi apreciación es que cada uno de los que allí trabaja, se cree el mandamás del universo. ¡Qué tristeza! Tengo que confesar que ya me produce nerviosismo y a la vez estrés entrar en los juzgados. Es tanto, que una de estas noches, sin poder dormir, le decía al Señor qué podía hacer al respecto y en verdad el Espíritu Santo me iluminó y opté por regalarle una Biblia al Secretario y unos detalles pequeñitos con versículos de la Palabra de Dios a las niñas que laboran allí (aún no los he entregado). Hoy tengo que decir como David “Señor, por causa de mis enemigos, dirígeme en tu justicia; empareja delante de mi tu senda. En sus palabras no hay sinceridad; en su interior sólo hay corrupción. Su garganta es un sepulcro abierto; con sus lenguas profieren engaños” (Salmo 5:8-9). En realidad esta era mi percepción al llegar al recinto de la justicia. Hoy al hacer mi devocional, pude ver claramente que todo esto puede ser cierto, pero yo tengo que dejar allí una semilla sembrada; ellos no son más que yo simplemente porque imparten justicia. Yo soy hija del “Rey de reyes” y del “Señor de señores”, entonces no tengo porqué intimidarme, al contrario de alguna manera llevaré el mensaje del Señor y permitiré que su nombre sea proclamado y exaltado. Primero Dios me habló de regalar su Palabra y hoy me confirmó el hecho al mostrarme que debo ser testimonio en medio de una generación adúltera y pecadora. Esta fue la lección aprendida y la cual deseo que también ustedes tengan en cuenta.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: