sábado, 20 de febrero de 2010

La reciprocidad

Den y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.

Lucas 6:38.

Lectura diaria: Lucas 6:37-42. Versículo del día Lucas 6:38.

ENSEÑANZA

Definitivamente yo puedo dar fe, de las personas que he conocido y quienes han sido muy dadivosas; nunca he visto que les falte el sustento por más difícil que sea la situación económica o la crisis financiera a nivel mundial. Incluso no se necesita ser cristiano para que esto se cumpla. Simplemente, la generosidad es bendecida por Dios trátese de quien se trate. La promesa está aquí y así es: “se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante”. No sé por qué nosotros siempre escogemos el lado difícil para actuar; la naturaleza pecaminosa no nos deja ver más allá y por esto nos perdemos las grandes bendiciones que Dios nos tiene. Anterior a este verso se encuentra lo siguiente: “No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les condenará. Perdonen, y se les perdonará”. ¿Por qué hacemos todo lo contrario, si esto nos acarrea tanto mal? Si juzgamos, también seremos juzgados; debemos primero mirar la astilla que nos está haciendo daño; dice la Biblia en el verso 42: “y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano”. Seguro que si somos sinceros con nuestras actuaciones, estamos en capacidad de ser más misericordiosos con el prójimo. En el caso de perdonar, es más fácil perdonar que guardar resentimiento, odios y rencores que lo único que dejan, será huellas de amargura. Raíces que se arraigarán fuertemente y se extenderán hacia diferentes áreas, complicándonos la vida. El versículo del día termina con la frase “porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes”. No se necesita que sea directamente el Señor quien nos cobre las cuentas; simplemente, la ley de la reciprocidad se devuelve por sí solita. Aprendamos sobre el pasaje a ser obedientes a los mandatos de Dios. Recordemos: es más fácil no juzgar que juzgar; perdonar que culpar; ser generosos que tacaños. De este modo nos ahorrarnos iras, enojos, frustraciones e incluso dolencias como úlceras e infartos. Nos va mejor recibiendo las bendiciones que dejando caer sobre nosotros maldiciones. No lo olvidemos, con la medida que medimos, se nos medirá también.

Un abrazo y bendiciones.

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