domingo, 21 de febrero de 2010

El acatamietno a la autoridad

Por eso ni siquiera me atreví a presentarme ante ti. Pero con una sola palabra que digas, quedará sano mi siervo.

Lucas 7:7.

Lectura diaria: Lucas 7:1-10. Versículo del día: Lucas 7:7.

ENSEÑANZA

El centurión, oficial romano que tenía bajo su mando al menos 100 soldados nos da una enseñanza de fe y a la vez de acatamiento a la autoridad en el pasaje de estudio. Ante la enfermedad de su siervo, recurre al Maestro para que lo sane. Es increíble la fe de este hombre ante la autoridad de Jesús. Entendió muy bien con quién estaba tratando: “Con una sola palabra que digas, quedará sano”. En tiempos como los actuales donde la autoridad no vale nada, nos damos cuenta hasta donde hemos perdido valores y mandatos. “Yo mismo obedezco órdenes superiores y, además, tengo soldados bajo mi autoridad. Le digo a uno: “Ve”, y va, y al otro: “Ven”, y viene. Le digo a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace” (verso 8). ¿Será que nosotros también obedecemos del mismo modo? Hablando con mi esposo, los múltiples problemas de la empresa donde trabaja son precisamente porque nadie obedece nada. Ni siquiera tienen en cuenta lo mandado por el gerente general; todos se disculpan con que le tocaba al uno y éste, al otro, o simplemente ni se mosquean para llevar a cabo las órdenes impuestas. ¡Qué incómodo trabajar así! Máxime cuando se sabe que el buen funcionamiento de lo requerido depende de mi gestión; pero si todos “se pasan por la galleta”, como decimos en Colombia, lo mandado es difícil lograr los objetivos y las metas anheladas. Como cristianos debemos dar testimonio en todo lugar y uno de los sitios es en especial donde laboramos. Nosotros somos generadores de cambio y tenemos que empezar a reconocer toda autoridad sea eclesiástica, civil, militar o familiar para darle un vuelco positivo a la sociedad. Recordemos que la Palabra dice: “Pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él” (Romanos 13:1). Las autoridades no están ahí, simplemente porque sí; están para cumplir un cometido y como autoridades también le tienen que dar cuenta a Dios de su misión. Aprendamos la lección dejada por el centurión: “Pero con una sola palabra que digas, quedará sano mi siervo”. Mandemos con sabiduría y demos ejemplo de obediencia para que todo empiece a funcionar de una manera correcta.

Un abrazo y bendiciones.

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