jueves, 18 de febrero de 2010

En tu nombre Jesús

Maestro, hemos estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado nada –le contestó Simón–. Pero como tú me lo mandas, echaré las redes.

Lucas 5:5.

Lectura diaria: Lucas 5:1-11. Versículo del día: Lucas 5:5.

ENSEÑANZA

Cuántas cosas hacemos a diario en nuestras propias fuerzas sin obtener ningún efecto. A estos pescadores de Galilea les pasó lo mismo; duraron toda la noche tratando de pescar y no lograron nada. El Señor le dio una orden a Simón: “Lleva la barca hacia aguas más profundas, y echen allí las redes para pescar” (verso 4). A pesar de su incredulidad, sólo en obediencia, Simón lo hizo. ¿Cuál fue el resultado? Recogieron tanta cantidad de peces que las redes no resistieron. La Biblia está llena de imperativos que Dios nos manda realizar, sin embargo, nosotros hacemos caso omiso de ellos y lo hacemos como por si acaso; no con la firme convicción que si Dios nos lo manda es porque así es. Veamos un ejemplo: “Pidan, y se les dará; busquen y encontrarán; llamen, y se les abrirá” (Lucas 11:9). “En mi nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas; tomarán en sus manos serpientes; y cuando beban algo venenoso, no le hará daño alguno; pondrán las manos sobre los enfermos, y éstos recobrarán la salud” (Marcos 16:17). Difícil de creer, ¿verdad? Ya que nos falta esa fe que mueve montañas, entonces simplemente hagamos como Pedro, “Señor: sólo porque tú lo dices lo haré. Tiraré la red y en tu nombre conseguiré tu favor”. Les comparto sobre este versículo, porque últimamente con tantas idas inútiles al juzgado, esta fue mi oración: Señor, ellos andan en tantas cosas que ni siquiera saben lo que dicen. Hablan vagamente con un “venga mañana”; “está listo el lunes próximo”; “si claro, el fin de semana”, etc. etc. y nada es cierto. Hoy voy a ellos en tu nombre, tiraré la red y esperaré el oficio”, y así fue. Cuando lo natural no sucede, nos toca acudir a lo sobrenatural. Para Simón era imposible recoger pescados, porque ya lo había intentado; sin embargo, dócilmente acató la orden y fue un hecho. Aprendamos esta lección. Cuando se hayan agotado todas las instancias, recuerda que tienes en el Señor al mejor Padre, al mejor abogado, al mejor jefe, al mejor médico. ¡Él es el mejor de todos! y con Él lograremos hazañas. Simplemente digámosle: “Pero como tú me lo mandas, echaré la red”.

Un abrazo y bendiciones.

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