domingo, 14 de febrero de 2010

Bendita vejez

Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré”.

Isaías 46:4.

Lectura diaria: Isaías 46:1-13. Versículo del día: Isaías 46:4.

ENSEÑANZA

Es más que entendible que en la edad adulta, se presente ansiedad e intranquilidad por el futuro de la vejez. Sin embargo, para los creyentes Dios nos tiene una promesa: el Señor mismo nos cuidará, nos sostendrá y librará en cualquier circunstancia que nos encontremos. Él es quien nos ha cargado desde el vientre materno y nos ha llevado desde la cuna dice el verso 3. ¿Será que por llegar a viejos el Señor nos va a dejar? De ninguna manera. Él cumplirá su propósito en nosotros e incluso en los benditos años dorados, podrá utilizarnos como no lo hizo en tiempos de juventud, porque nos reverdecerá como a la flor marchita y rejuvenecerá como a las águilas, cada día renovando nuestras fuerzas y vitalidad. “Yo digo: Mi propósito se cumplirá, y haré todo lo que deseo”; “Lo que he dicho haré que se cumpla; lo que he planeado, lo realizaré” (versos 10b y 11c). Creámosle al Señor con corazón sincero, arrepentido y humillado; dejémonos caer en sus brazos amorosos. Recordemos a Moisés, a quien Dios utilizó en su vejez, para sacar a su pueblo del cautiverio donde se encontraba y llevarlo hasta la tierra que fluye leche y miel. En su Salmo reconoce que el peso de los años hace mella y por eso nos deja una lección clara y explícita: “Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría”(Salmo 90:12). Busquémosle día a día, hora tras hora; minuto a minuto y segundo tras segundo; porque de este modo vamos a entender cuál es la misión que nos tiene guardada. La experiencia no se improvisa. Cada día que pasa vamos adquiriendo el conocimiento necesario para obtener la razón de los porqués. “Las canas son una honrosa corona que se obtiene en el camino de la justicia” (Proverbios 16:31). Oh Dios: que tu Palabra me enseñe y dé la sabiduría necesaria para que aún cuando peine canas, anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que no han nacido.

Un abrazo y bendiciones.

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