sábado, 13 de febrero de 2010

Al que contiende con su Hacedor

¡Ay del que contiende con su Hacedor! ¡Ay del que no es más que un tiesto entre los tiestos de la tierra! ¿Acaso el barro le reclama al alfarero: <<¡Fíjate en lo que haces! ¡Tu vasija no tiene agarraderas!>>?
Isaías 45:9.

Lectura diaria: Isaías 45:1-13. Versículo del día: Isaías 45:9.

ENSEÑANZA

Cualquier artista o literato, hace su obra, la termina y examina. Si ve algo que no le guste, lo quita, lo pule, lo lija, hasta dejarlo como es su deseo. Ninguno le reclama al dueño por qué le quitó o le agregó algo nuevo, porque es completamente ilógico e irreal. ¿Qué diremos entonces, hacia nuestro Hacedor? El Dios eterno quien tiene derecho de irnos moldeando y puliendo de acuerdo a su Santa voluntad. El Señor tomó a Ciro rey de Persia de su mano “para someter a su dominio las naciones y despojar de su armadura a los reyes, para abrir a su paso las puertas y dejar abiertas las entradas” (Verso 1). Teniendo en cuenta la época en que se desarrolló este episodio, podríamos pensar ¿por qué a Ciro? Él no pertenecía a su pueblo. Sin embargo, más adelante nos lo aclara, precisamente para que no quepa la menor duda de que Él es quien es. El gran “Yo soy”, lo quiso así. “Para que sepan de oriente a occidente que no hay ningún otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay ningún otro” (Verso 6). Y ¿Quiénes somos nosotros para decir lo contrario o ponerle trabas a esta decisión? El anterior pasaje nos deja la lección que la soberanía de Dios no tiene límites y menos censuras; Dios utiliza a quien quiere y cómo quiere. “Levantaré a Ciro en justicia; allanaré sus caminos. Él reconstruirá mi ciudad y pondrá en libertad a mis cautivos, pero no por precio ni soborno. Lo digo yo, el Señor Todopoderoso” (Verso 13). Entonces, no nos cuestionemos tanto cuando las cosas no salgan como deseamos, o cuando veamos a alguien que no es de nuestros afectos en la cima, porque no sabemos lo que Dios esté planeando a través de esas circunstancias o de esas personas, porque todo será para nuestro bien. “Así dice el Señor, el Santo de Israel, su artífice: ¿Van acaso a pedirme cuentas del futuro de mis hijos, o a darme órdenes sobre la obra de mis manos?” (Verso 11).

Un abrazo y bendiciones.

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