¡Cómo has caído del cielo, lucero, hijo de la mañana! Tú, que sometías a las naciones, has caído por tierra. Decías en tu corazón: Subiré hasta los cielos. ¡Levantaré mi trono por encima de las estrellas de Dios! Gobernaré desde el extremo norte, en el monte de la reunión.
Isaías 14:12-13. NVI.
Lectura: Isaías 14:1-17. Versículos del día: Isaías |4:12-13.
MEDITACIÓN DIARIA
Satanás fue echado del
Edén por dos pecados gravísimos: uno el querer ser igual a Dios y el otro, que
es fundamental no tenerlo, porque de ese derivan otros tantos que también nos
alejan del Señor y hablo del pecado de orgullo. A este querubín su belleza y
esplendor lo llevaron a querer estar a la altura de Dios y querer ser como Él: “Tú
eras el modelo de la perfección, lleno de sabiduría y de exquisita belleza.
Estabas en el Edén, el jardín de Dios. Tenías la ropa adornada con toda clase
de piedras preciosas —cornalina rojiza, peridoto verde pálido, adularia blanca,
berilo azul y verde, ónice, jaspe verde, lapislázuli, turquesa y esmeralda—, todas
talladas especialmente para ti e incrustadas en el oro más puro. Te las dieron el
día en que fuiste creado. Yo te ordené y
te ungí como poderoso ángel guardián. Tenías acceso al monte santo de Dios y
caminabas entre las piedras de fuego. Eras intachable en todo lo que hacías, desde
el día en que fuiste creado hasta el día en que se encontró maldad en ti”
(Ezequiel 28:12-15).
Amado Señor Jesús:
mi corazón se goza de saber que tu gran amor jamás se equivoca. Yo te pido seas
Tú mismo con tu Santo Espíritu redarguyéndome de pecado, cuando mi corazón se
enaltezca. No permitas que me deje guiar
por el mundo ni por las necedades que ellos gozan, para en últimas dejar que
sus vidas se inflen de orgullo y prepotencia. Sé que Tú amas la sencillez y la
humildad; revísteme de esas virtudes para que sin temor a contagiarme lleve tu
mensaje de salvación. ¡Gloria, gloria a Ti por siempre Rey de reyes y Señor de
señores!
Un abrazo y bendiciones.
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