viernes, 9 de febrero de 2024

Tu amor lleno de bendiciones cada día me asombra más

Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo. Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos. 

Efesios 1:3-4. NTV.


Lectura: Efesios 1:1-8.  Versículos del día: Efesios 1:3-4.


MEDITACIÓN DIARIA


Demos gracias a Dios Padre que por medio de nuestro Señor Jesucristo nos ha dado todas las bendiciones espirituales en el cielo. Cuando le dijimos al Señor Jesús que tomara nuestras vidas, también entraron a morar el Padre como el Espíritu Santo; y es el Espíritu Santo quien nos sella garantizando que somos hijos de Dios. Como hijos somos herederos de un sinfín de ellas. Recordemos lo que dice el Evangelio de Juan: “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios” (Juan 1:12-13. NVI). Así que la mejor bendición del lugar celestial preparado de antemano para los que estamos unidos a Cristo es el regalo maravilloso de la salvación.


Al reconocer a Jesús como nuestro suficiente y único Salvador permite que hallemos su favor al perdonar todos nuestros pecados y, por consiguiente, ahora vernos Él, sin mancha ni defecto alguno. ¡Justificados por su preciosa sangre! ¡Gloria al Señor!


Señor Jesús: muchas gracias porque aún desde antes de haber hecho el mundo, ya me tenías en cuenta en tus planes, para hacerme partícipe de tu reino y apta para Ti. Gracias porque a pesar de los años en mi vida Contigo tengo que decirte que cada día entiendo mejor tu Palabra y esta me asombra con gran gozo y tranquilidad sabiendo que desde siempre me has tenido en tu mente. Te expreso igual que David: ‘Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo’. Gracias, muchas gracias mi Señor y Salvador. ¡Te amo!


Un abrazo y bendiciones.

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