Señor Soberano, permite ahora que tu siervo muera en paz, como prometiste. He visto tu salvación, la que preparaste para toda la gente. Él es una luz para revelar a Dios a las naciones, ¡y es la gloria de tu pueblo Israel!
Lucas 2:29-32. NTV.
Lectura: Lucas 2:25-32. Versículos del día: Lucas 2:30-32
MEDITACIÓN DIARIA
Empieza la lectura
diciéndonos que en ese tiempo había un hombre justo y devoto llamado Simeón. El
Espíritu Santo se le había manifestado diciéndole que no moriría hasta contemplar
al Mesías prometido. Ese día el Espíritu Santo lo dirigió hacia el templo. Cuando
llegaron María y José al templo para presentar al bebé Jesús ante el Señor,
Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios. Tengamos en cuenta que todo Israel
esperaba la redención de su pueblo y se cumplió exactamente antes de morir este
anciano.
“He visto tu salvación, la
que preparaste para toda la gente. Él es una luz para revelar a Dios a las
naciones”. Este regalo de Dios es en verdad la luz revelada a la humanidad para
redención del hombre pecador. En Navidad acostumbramos a darnos regalos, pero poco
nos hemos dado cuenta del regalo principal que se nos está dando por cuenta de
Dios mismo: Cristo Jesús. “Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único
Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”.
A eso vino Jesús, a dar su vida por ti y por mí para lograr pasar una eternidad
a su lado. Hoy te pido que aceptes ese maravilloso regalo. Dale un rinconcito
en tu corazón a Jesús y dile que venga a morar contigo. Te puedo dirigir en una
corta oración:
Señor Jesús: Gracias
porque me amas; entiendo que Eres el regalo más maravilloso dado a la humanidad
y te necesito. Te entrego el trono de mi vida y te acepto como mi Señor y
Salvador. Ven a morar en mi corazón. Perdona mis pecados y hazme la persona que
deseas que yo sea. Gracias por venir a morir por mí y gracias por darme una
vida eterna a tu lado.
Un abrazo y bendiciones.
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