martes, 14 de agosto de 2018

Su agonía fue por ti

Yendo un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú. 
Mateo 26:39 NVI.

Lectura: Mateo 26:36-46.  Versículo del día: Mateo 26:39.

MEDITACIÓN DIARIA

El Señor Jesús sabía lo que le esperaba y en su naturaleza humana que fue la que cargó todo el peso del pecado se angustió. Fue tal su angustia que dijo sentirse morir (v. 38). El Evangelio de Lucas nos dice lo siguiente: “Pero, como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra” (Lucas 22:44). Sí; como consecuencia de esa misma angustia sudó sangre. Su agonía fue por ti.
Es que no creamos que su muerte fue así no más. Fue más dolorosa de lo que un humano puede soportar. Isaías ya nos lo había profetizado: “Muchos se asombraron de él, pues tenía desfigurado el semblante; ¡nada de humano tenía su aspecto!” (Isaías 52:14); “Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados” (Isaías 53:5). Quizá no valoramos su sufrimiento porque estamos acostumbrados a verlo de cuerpo entero en los crucifijos, pero no; de Él no quedó figura humana. Pensemos como queda un alimento cuando lo molemos. Así quedó nuestro buen Salvador: una masa. Eso lo hizo por ti y por mí. Solo nos resta reconocer su sacrificio y aceptarlo. Aceptar que Él ya pagó la deuda ante el Padre por nosotros.

Señor Jesús: Gracias por la enseñanza y el valor inmenso de tu pasión y muerte en esa cruenta cruz sin merecerlo. Gracias por lo que hiciste por mí. Perdona mis pecados. Ven, toma mi vida y hazme la persona que deseas que yo sea. ¡Te amo Jesús!

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: