lunes, 13 de agosto de 2018

Sin olvidar ninguno de sus beneficios


Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión. 
Salmo 103:1-4. NVI.

Lectura: Salmo 103:1-45.  Versículos del día: Salmo 103:1-4.

MEDITACIÓN DIARIA

No puedo dejar pasar esta fecha sin agradecerle a mi Señor las dos nuevas oportunidades de vida que me dio. Y como una casualidad se me antoja, ambas veces ocurrieron en esa fecha exacta. La primera hace diez años cuando me pre-diagnosticaron el cáncer de mama y la segunda, seis años después por una pancreatitis donde fui a parar a una UCI por ocho días, y como consecuencia, otros problemas de los cuales vine a levantarme después de dos meses. 
Pero bueno; aquí me tiene el Señor sanada completamente de mi cáncer y de mi pancreatitis. No voy a decir que es fácil que se nos diga: ‘tiene cáncer’. El mundo se nos viene a los pies. Solo recuerdo que llorando le dije al Señor: ‘no me lleves, no he hecho nada por Ti’ y el Espíritu Santo me recordó el don que me regaló para escribir y sentí que me dijo: ‘escribe tus devocionales y mándalos a tus contactos’. Así que desde el 13 de agosto de 2008 empecé a compartir mis devocionales y comenzando el 2009 por insinuación de mi hijo mayor creé un blog y también los subo todos los días. Ahora con las redes sociales ya prácticamente nadie revisa los correos; mi hijo me está animando a compartirlos allí. Por lo pronto creo que de ahora en adelante los subiré a Facebook.
Y sí; quise compartir mi testimonio y escribirlo tal como lo siento   primero que todo para darle la gloria al único que la merece: ¡Mi buen Señor Jesús! También para animar al caído, al enfermo y decirle que lo que para el mundo es imposible, para Dios no lo es. Si tu caso es parecido al mío, cree nada más. Jesucristo vino al mundo para salvarte del pecado y para sanar tus heridas. “Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión”.
El tiempo pasa muy rápido. Hoy estamos, mañana no sabemos; pero el amor del Señor perdurará por siempre. “El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Pero el amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen” (vv. 15-17). ¡Busca a Jesús! Él espera por ti.

Amado Dios: Primero que todo quiero agradecerte todo lo que has hecho por mí. Por más que pasen los años, no quiero olvidar ninguno de tus beneficios. Gracias por haber estado a mi lado y haberme sanado. En especial Señor, te doy gracias por las personas que están leyendo este devocional. Permite que sea el granito sembrado en su corazón y que de esa semilla germine el fruto de tu amor en esos corazones. ¡Te alabo bendito Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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