Díganle a Dios: ¡Cuán imponentes son tus obras! Es tan grande tu poder que tus enemigos mismos se rinden ante ti.
Salmo 66:3. NVI.
Lectura: Salmo 66:1-20. Versículo del día: Salmo 66:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Sí; hay que alabar a Dios por su grandeza y poder. El
Salmista nos invita a hacerlo: “¡Aclamen alegres a Dios, habitantes de toda la
tierra! Canten salmos a su glorioso nombre; ¡ríndanle gloriosas alabanzas!”
(vv. 1-2). No solamente nos insta a alabarlo sino a recodar todo lo hecho en
favor nuestro. Y es que esto será lo que nos levantará y reanimará en tiempos
de prueba. Sin duda alguna, hemos visto su protección y el resguardo que nos ha
tenido aun sin conocerlo. Pero su amor ha sido por siempre y para siempre. “Él
ha protegido nuestra vida, ha evitado que resbalen nuestros pies. Tú, oh Dios,
nos has puesto a prueba; nos has purificado como a la plata” (vv. 9-10). Así
es; Dios a quien ama disciplina (Hebreos 12:6), y a quien se le ha dado mucho,
se le exige mucho también (Lucas 12:48). Y las pruebas en realidad son para
eso: para poner en juego nuestra fe. Nos acrisola como se hace con el oro: “Estas
pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma
manera que el fuego prueba y purifica el oro, aunque la fe de ustedes es mucho
más preciosa que el mismo oro. Entonces su fe, al permanecer firme en tantas
pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea
revelado a todo el mundo” (1 Pedro 1:7 NTV).
“Pueblos todos, bendigan a nuestro Dios, hagan oír la
voz de su alabanza”; “¡Bendito sea Dios, que no rechazó mi plegaria ni me negó
su amor! (vv. 8 y 20 en la lectura).
Amado Dios: ¡Cómo no alabarte y enaltecer tu Nombre! ¡Has
hecho tanto por mí con esas benditas pruebas! Gracias porque ellas han
reafirmado mi confianza hacia Ti; gracias mi buen Señor. Tú has respondido a mi
plegaria. ¡Cuán imponentes son tus obras y grandiosa es tu obra en mí! ¡Te amo
mi Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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