En ese momento la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas.
Mateo 27:51. NVI.
Lectura: Mateo 27:45-56. Versículo del día: Mateo 27:51.
MEDITACIÓN DIARIA
La cortina del santuario se rasgó en dos, no solamente
para demostrarle a los escribas y fariseos y en general al pueblo judío de que
en verdad Jesús era el Hijo de Dios como lo reconoció el centurión (v. 54) sino
por algo muchísimo mejor: para darnos acceso al Padre Celestial porque ya el
Cordero de Dios se había inmolado por todos nosotros.
¡Qué amor tan grande, tan sublime! Dio su propia vida
por ti y por mí. Nos compró por un valor que no tiene precio porque es
incalculable: su propia sangre esparcida solamente con el deseo de hacernos
asequibles para Él. Esa fue su gracia derramada y de la cual ahora podemos
cogernos para entrar a su presencia sin necesidad de machos cabríos ni de
sacrificio alguno. Él ya pagó por los pecados de toda la humanidad. Solo nos
resta reconocerle como el buen Salvador que es y darle gracias por habernos
liberado de la carga de la muerte. Moriremos físicamente, pero viviremos con
Él.
Gracias bendito Señor Jesucristo porque con tu muerte
ya no hay impedimento para acercarnos confiadamente al trono de la gracia y
hablar con el mejor Papito que tenemos. Tu divina gracia Señor se desbordó al
punto que todo lo que somos o tenemos depende completamente de Ti. Eres nuestro
buen Pastor que cuida minuto a minuto tus ovejas y si las ves perdida o herida
corres con brazos amorosos a rescatarla, sanarla y llevarla de vuelta a tu
redil. ¡Te amamos Jesús!
Un abrazo y bendiciones.
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