Se me ha ordenado bendecir y, si eso es lo que Dios quiere, yo no puedo hacer otra cosa.
Números 23:20. NVI.
Lectura: Números 23:1-26. Versículo del día: Números
23:20.
MEDITACIÓN DIARIA
Balac era rey de Moab y temiendo al pueblo de Israel
mandó llamar a Balán que parece ser, era un adivino para que maldijera a
Israel. Balán pronunció varios oráculos, pero siempre ceñido a lo que Dios le
estaba indicando y en el segundo habiendo recibido el reproche de Balac por no
haberlos maldecido, en su oración le responde a su actuación: Si Dios lo mandó
a bendecir, tenía que obedecer y bendecir.
Todo esto nos indica que una cosa puede ser lo que el
enemigo quiera que nos suceda y otra muy especial la que Dios hace por
nosotros: “¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién
puede estar en contra nuestra?” (Romanos 8:31 NVI). Además, dice en otra parte
la Escritura: “la maldición sin motivo jamás llega a su destino” (Proverbios
26:2 NVI). Dos puntos claros para no temerle a la maldición: sin motivo alguno
y con el respaldo de Dios no hay quien pueda hacernos daño. Hay que entender
que la maldición es mal decir, hablar mal de otra persona sin necesidad de
decir: ‘te maldigo’. Tengamos presente que Dios vela por sus hijos y que
estamos escondidos en Cristo Jesús y esa es nuestra confianza.
Amado Dios: muchas gracias por hacernos entender
cuánto significamos para Ti que sales a defendernos de las garras del enemigo
que quiere destruirnos a costa de lo que sea. Gracias Señor porque como miembro
ahora de tu pueblo, tu Iglesia, estamos amparados bajo tu gracia divina y podemos
andar seguros sin temor alguno por tu perfecto amor. ¡Aleluya!
Un abrazo y bendiciones.
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