El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias.
Salmo 28:7
Lectura: Salmo 28:1-9.
Versículo del día: Salmo 28:7.
MEDITACIÓN DIARIA
¡Cómo no saltar de alegría y darle gracias a nuestro
buen Señor! Quizá te pase como a mí al hacer una retrospectiva de tu vida: son
tantos los favores recibidos y tanta ha sido su misericordia que jamás me
cansaré de testificarlo. El Señor ha sido mi fuerza y escudo en tiempos de inquietud
como en la escasez, en la enfermedad, en la soledad, en los bajones
espirituales, en la crítica y derrota. Pero siempre su mano bondadosa, ha
estado ahí para levantarme. ¡Gloria a Dios!
La Palabra de Dios que es la Biblia es muy clara al
respecto. Pueda que consideres tu vida un lecho de rosas, pero aun así te digo:
todos hemos pecado y estamos separados de Dios (Romanos 3:23); si Dios ha sido muy
benévolo contigo, con mayor razón lo necesitas para entregarle tu vida. Es
entonces el momento de reconocer su sacrificio en la cruz por ti y saber que te
liberó de las garras del infierno y del pecado (Romanos 10:9-11). Si lo haces,
esto ya es motivo suficiente para estar alegre y agradecido con el Dios
misericordioso que tenemos.
Sí, amado Señor: el saber y entender todo lo que pasaste
en la cruz del Calvario, no deja de ser motivo de agradecimiento hacia Ti y a
la vez de regocijo por la esperanza de una vida eterna gozando de tu presencia
en el cielo. Señor, son tantas las veces que has volteado tus ojos amorosos y
misericordiosos hacia mí, que me es difícil ocultar tu grandeza ante un mundo
despiadado, violento y fraudulento. ¡Tu Nombre brotará por siempre! ¡Bendito eres
Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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