La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo.
Mateo 9:37-38.
Lectura: Mateo 9:18-38. Versículos del día: Mateo 9:37-38.
MEDITACIÓN DIARIA
En la lectura vemos como el Señor sanaba enfermedades
y dolencias a lo largo de su camino. Le salían al encuentro toda clase de
personas: hombres, mujeres, niños, cojos, ciegos, mudos y hasta encadenados por
demonios. Al ver a tanta gente sufriendo por una causa u otra tuvo compasión “porque
estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor” (v. 36b). ¿No es lo
mismo que vemos ahora? ¡Claro que sí! Podemos divisar calles de grandes
ciudades como New York, Ciudad de México, Bogotá, Lima, Tokio, Shanghái, Delhi, etc.,
etc., conglomeradas de personas que van y vienen; muchas de ellas quizá
mostrando una sonrisa que no es, porque como decimos en Colombia: ‘la procesión
va por dentro’. ¡Cuánta gente necesita de Dios! Y nosotros, ¿qué hacemos al
respecto? Conocemos ya el Camino que es Jesús y como el refrán: ‘nos dormimos
sobre nuestros laureles’. Ya no pensamos en el pobre de espíritu ni en el pobre
materialmente. Sabemos que hay tantos perdidos, tantos vagando por el mundo sin
una luz de esperanza y nos quedamos inertes.
Miremos las palabras de Pablo: “Ahora bien, ¿cómo
invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no
han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?” (Romanos 10:14). También
nos recomienda: “Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados,
revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia”
(Colosenses 3:12).Y que nos dice la Carta de Pedro: “Estén siempre preparados
para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes”
(1 Pedro 3:15). No tenemos necesidad de irnos al otro lado del mundo; solamente
miremos a nuestro alrededor. Que tú puedas decirle al Señor como Isaías: “―Aquí
estoy. ¡Envíame a mí!” (Isaías 6:8).
Jesús amado: De verdad nos avergonzamos ante Ti por no
tener el suficiente valor para ir y anunciar tu mensaje de salvación a tantos
necesitados. ¡Perdónanos Señor! Te rogamos que pongas en nuestro corazón el
querer como el hacer por tu buena voluntad y que aprendamos a tener compasión
por el prójimo, envuelto en el caos en que anda el mundo. Humildemente te pido
que permitas que este mensaje llegue especialmente a los que no te conocen,
para que ellos encuentren el camino y te sigan a Ti como Señor y Salvador.
¡Muchas gracias buen Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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