jueves, 5 de abril de 2018

Aquí estoy. ¡Envíame a mí!


La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—.  Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo.
Mateo 9:37-38.

Lectura: Mateo 9:18-38.  Versículos del día: Mateo 9:37-38.

MEDITACIÓN DIARIA

En la lectura vemos como el Señor sanaba enfermedades y dolencias a lo largo de su camino. Le salían al encuentro toda clase de personas: hombres, mujeres, niños, cojos, ciegos, mudos y hasta encadenados por demonios. Al ver a tanta gente sufriendo por una causa u otra tuvo compasión “porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor” (v. 36b). ¿No es lo mismo que vemos ahora? ¡Claro que sí! Podemos divisar calles de grandes ciudades como New York, Ciudad de México, Bogotá, Lima, Tokio, Shanghái, Delhi, etc., etc., conglomeradas de personas que van y vienen; muchas de ellas quizá mostrando una sonrisa que no es, porque como decimos en Colombia: ‘la procesión va por dentro’. ¡Cuánta gente necesita de Dios! Y nosotros, ¿qué hacemos al respecto? Conocemos ya el Camino que es Jesús y como el refrán: ‘nos dormimos sobre nuestros laureles’. Ya no pensamos en el pobre de espíritu ni en el pobre materialmente. Sabemos que hay tantos perdidos, tantos vagando por el mundo sin una luz de esperanza y nos quedamos inertes.
Miremos las palabras de Pablo: “Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?” (Romanos 10:14). También nos recomienda: “Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia” (Colosenses 3:12).Y que nos dice la Carta de Pedro: “Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes” (1 Pedro 3:15). No tenemos necesidad de irnos al otro lado del mundo; solamente miremos a nuestro alrededor. Que tú puedas decirle al Señor como Isaías: “―Aquí estoy. ¡Envíame a mí!” (Isaías 6:8).

Jesús amado: De verdad nos avergonzamos ante Ti por no tener el suficiente valor para ir y anunciar tu mensaje de salvación a tantos necesitados. ¡Perdónanos Señor! Te rogamos que pongas en nuestro corazón el querer como el hacer por tu buena voluntad y que aprendamos a tener compasión por el prójimo, envuelto en el caos en que anda el mundo. Humildemente te pido que permitas que este mensaje llegue especialmente a los que no te conocen, para que ellos encuentren el camino y te sigan a Ti como Señor y Salvador. ¡Muchas gracias buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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