viernes, 6 de abril de 2018

Descansemos en quien es nuestra esperanza


No te acuerdes de los pecados de rebeldía durante mi juventud. Acuérdate de mí a la luz de tu amor inagotable, porque tú eres misericordioso, oh Señor. 
Salmo 25:7. NTV.

Lectura: Salmo 25:1-22.  Versículo del día: Salmo 25:7.

MEDITACIÓN DIARIA

Este Salmo es una oración más del rey David al Señor. El rey comienza el Salmo así: “Oh Señor, te entrego mi vida.  ¡Confío en ti, mi Dios!” (vv. 1-2b).  David tuvo muchos enemigos que querían matarlo y solamente encontraba refugio y fortaleza en su Señor. Por eso vivía tan pegado de Él. Sabía que si se soltaba era su perdición. Le dice: “Muéstrame la senda correcta, oh Señor; señálame el camino que debo seguir. Guíame con tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios que me salva. Todo el día pongo en ti mi esperanza” (vv. 4-5). Y más tarde como adulto recuerda que fue rebelde en su juventud; dice y reconoce el amor inagotable que le ha tenido Dios, porque confía en su misericordia.
Exactamente es lo que debemos hacer diariamente: dejarle al Señor nuestras aflicciones; Él se encarga de ellas. Mientras nosotros tengamos puesta la mirada en el Hacedor, seguro que encontraremos como David descanso, valor y protección. Muy seguramente cuando estemos viviendo esas situaciones, recordaremos también lo que fuimos anteriormente y cómo el Señor a pesar de ser como éramos, nos fue guardando de acuerdo a su propósito. Contemos que los enemigos en general los tendremos; ni siquiera los buscamos, llegan solos y en el momento menos esperado. Pero lo maravilloso es que Dios es quien pelea por nosotros; las batallas las libra Él. Por eso hagamos lo que nos corresponde y descansemos en quien es nuestra esperanza.

Amado Señor y Dios: Reconocemos que no somos nada si no te tenemos a Ti. Gracias por venir a morar con nosotros y llevarnos de tu mano por el camino correcto. Gracias porque aun desde la juventud siempre estuviste mirándonos y guardándonos porque ya tenías diseñado tu propósito en cada uno. Gracias igualmente buen Dios por aquellos que se dicen enemigos y ni siquiera sabemos el porqué. Tú Señor, eres un Dios Grande, Justo, Poderoso y Misericordioso. Nos lanzamos en tus brazos sabiendo que allí estaremos seguros y venciendo. ¡Gloria a Ti Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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