martes, 10 de abril de 2018

La fidelidad de Dios es incomparable


José hizo que prepararan su carruaje, y salió a Gosén para recibir a su padre Israel. Cuando se encontraron, José se fundió con su padre en un abrazo, y durante un largo rato lloró sobre su hombro. 
Génesis 46:29. NVI.

Lectura: Génesis 46:26-34.   Versículo del día: Génesis 46:29.

MEDITACIÓN DIARIA

Muy emocionante el reencuentro de José con su padre. Dios el Hacedor de la vida había movido las fichas para que la de José tomara otro rumbo. Después de abrazarse y llorar, Jacob su padre exclamó: “¡Ya me puedo morir! ¡Te he visto y aún estás con vida!” (v. 30).
Una vez más vemos que lo dicho por Dios se cumplió. Desde Abraham la promesa de ser padre de muchedumbres estaba en pie. Luego con Isaac, el hijo de Abraham y padre de Jacob igual. Ahora cuando por el hambre de Canaán van a parar a Egipto, Dios sigue actuando. El Señor se la ratificó a Jacob en el camino hacia esa nación: “Israel emprendió el viaje con todas sus pertenencias. Al llegar a Berseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. Esa noche Dios le habló a Israel en una visión: ―¡Jacob! ¡Jacob! ―Aquí estoy —respondió. ―Yo soy Dios, el Dios de tu padre —le dijo—. No tengas temor de ir a Egipto, porque allí haré de ti una gran nación. Yo te acompañaré a Egipto, y yo mismo haré que vuelvas. Además, cuando mueras, será José quien te cierre los ojos” (vv. 1-4). Aparte de la confirmación de la promesa le dio otro regalo: José su amado hijo, sería el encargado de cerrarle los ojos al momento de su partida. ¡La fidelidad de Dios es incomparable!
Se pueden dar muchísimas vueltas al rodeo, pero Dios siempre estará ahí pendiente de nosotros. Cuando el dice una cosa, la cumple porque es un Dios veraz. Así que no temas si en tu vida has tenido que pasar por diferentes atajos; el Señor permitirá que llegues al sitio en el que te dará sosiego y paz porque allí, es donde Él te manifestará lo prometido.

Amado Dios: Gracias porque nos haces entender claramente lo que es tu fidelidad. Gracias porque eres el Conductor de nuestras vidas y cada paso que damos, aunque no nos demos cuenta lleva las huellas tuyas quien nos dirige. Gracias porque eres el Dios Majestuoso y veraz en quien podemos confiar plenamente. Sabemos que lo que nos tienes son planes de bienestar y hacia esa senda nos conducirás. ¡Grande Señor, grande es tu fidelidad! ¡Te amamos buen Dios!

Un abrazo y bendiciones.

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