Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!
Job 1:21.
Lectura: Job
1:1-22. Versículo del día: Job 1:21.
MEDITACIÓN DIARIA
A través de la lectura
considero dos cosas: una, que Satanás no puede tocar a un hijo de Dios, sin que
Dios se lo permita. El ejemplo lo tenemos en Job; Job llevaba una vida recta
delante del Señor; tenía tierras, ganado y una linda familia. A pesar de tenerlo
todo, siempre buscó y temió a Dios. Satanás como no pierde oportunidad para
tentarnos y hacer que caigamos, le dijo a Dios: “¿Y acaso Job te honra sin
recibir nada a cambio? ¿Acaso no están bajo tu protección él y su familia y
todas sus posesiones? De tal modo has bendecido la obra de sus manos que sus
rebaños y ganados llenan toda la tierra. Pero extiende la mano y quítale todo
lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara! —Muy bien —le contestó
el Señor —. Todas sus posesiones están en tus manos, con la condición de que a
él no le pongas la mano encima. Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia
del Señor” (vv. 9-12). Lo segundo en que medito, es en que cuando estamos más
cogidos del Señor y buscándole sinceramente, es cuando más nos llegan las
aflicciones. Esto me confirma lo que siempre he escrito: Dios permite todas
estas situaciones porque es la manera de tenernos pegados a Él.
Debemos seguir el
ejemplo de Job y precisamente en vez de reclamar al Señor por la adversidad
que estemos viviendo, busquemos la manera de seguirlo honrando como Él lo
merece. A Job desde el momento en que Satanás se retiró, le empezaron a llover pruebas y no fueron fáciles. ¿Cómo respondió Job? “Desnudo salí del vientre
de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito
sea el nombre del Señor!
Este nuevo año todos
deseamos que sea lleno de salud, paz, bienestar y prosperidad; y ¡Gloria a Dios
por las dichas que llegarán! Pero también estemos preparados por si nos toca
pasar dificultades. Entendamos que unas y otras son para bendecir a nuestro
Dios.
Amado Señor: Prepáranos
de tal modo que crezcamos contigo diariamente, para que cuando llegue el paso
del desierto, nos hayamos provisto del agua tuya en abundancia y podamos salir
victoriosos en la calamidad. ¡Gracias bendito Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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