martes, 3 de enero de 2017

Unas y otras son para bendecir a nuestro Dios

Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor! 
Job 1:21.

Lectura: Job 1:1-22.  Versículo del día: Job 1:21.

MEDITACIÓN DIARIA

A través de la lectura considero dos cosas: una, que Satanás no puede tocar a un hijo de Dios, sin que Dios se lo permita. El ejemplo lo tenemos en Job; Job llevaba una vida recta delante del Señor; tenía tierras, ganado y una linda familia. A pesar de tenerlo todo, siempre buscó y temió a Dios. Satanás como no pierde oportunidad para tentarnos y hacer que caigamos, le dijo a Dios: “¿Y acaso Job te honra sin recibir nada a cambio? ¿Acaso no están bajo tu protección él y su familia y todas sus posesiones? De tal modo has bendecido la obra de sus manos que sus rebaños y ganados llenan toda la tierra. Pero extiende la mano y quítale todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara! —Muy bien —le contestó el Señor —. Todas sus posesiones están en tus manos, con la condición de que a él no le pongas la mano encima. Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia del Señor” (vv. 9-12). Lo segundo en que medito, es en que cuando estamos más cogidos del Señor y buscándole sinceramente, es cuando más nos llegan las aflicciones. Esto me confirma lo que siempre he escrito: Dios permite todas estas situaciones porque es la manera de tenernos pegados a Él.
Debemos seguir el ejemplo de Job y precisamente en vez de reclamar al Señor por la adversidad que estemos viviendo, busquemos la manera de seguirlo honrando como Él lo merece. A Job desde el momento en que Satanás se retiró, le empezaron a llover pruebas y no fueron fáciles. ¿Cómo respondió Job? “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!
Este nuevo año todos deseamos que sea lleno de salud, paz, bienestar y prosperidad; y ¡Gloria a Dios por las dichas que llegarán! Pero también estemos preparados por si nos toca pasar dificultades. Entendamos que unas y otras son para bendecir a nuestro Dios.

Amado Señor: Prepáranos de tal modo que crezcamos contigo diariamente, para que cuando llegue el paso del desierto, nos hayamos provisto del agua tuya en abundancia y podamos salir victoriosos en la calamidad. ¡Gracias bendito Señor!

Un abrazo y bendiciones. 

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